quarta-feira, 20 de fevereiro de 2019

‘Yo Galgo’: el documental que nos hace mirar a los ojos a los perros

Un fotograma del documental ‘Yo galgo’.



Escrito por Laura L. Ruiz 

Con el fin de la temporada de caza en febrero, son muchos los galgos que son desechados, sacrificados o abandonados. El documental de Yeray López Portillobusca que conectemos con el animal que somos para que dejemos de hacer daño al resto: “Hay pocas cosas tan parecidas a nosotros en el universo como un animal”.
“Si conectas con el animal, la ley o el marco normativo da igual. No querrás hacer daño a un animal”. Así de simple pero de complejo presenta Yeray López Portillo -director y fotógrafo español- el objetivo de Yo Galgo’. Se trata de un documental, una historia real, en la que el tratamiento de la imagen y la música son tan importantes como los mismos personajes que salen en ella. Empezando por el propio director, que aunque sin ánimo de ello, abre las puertas de su intimidad explicando en los primeros minutos cuál fue el motivo de arrancar esta aventura audiovisual, que le acabaría llevando a entrar en las casas de los galgueros y a convivir con cazadores en varios puntos del Estado español. Un viaje, que sin duda, cambiará la mentalidad de muchos espectadores.
Se trata de un filme que se estrena coincidiendo con el fin de la temporada de caza con perros. Como se refleja en el documental, se trata de una actividad erradicada en toda la Unión Europea y que convierte a España en “un gran coto de caza” para todos los turistas y los españoles que aún disfrutan dando muerte a los animales. Pero el proyecto nació de una manera muy diferente. “La idea era centrarlo en Bacalao”, comenta el director mencionando a la galga que adquirió para mejorar su salud. “Quería hacer algo para niños: Bacalao vuelve a casa, qué fue de sus hermanos… y me encontré con esto”. Y entonces la pregunta que apareció fue: ¿qué hubiera pasado de Bacalao si hubiera caído en otras manos? Esa realidad podría ser la que centenares de asociaciones llevan denunciando años y que congregó el pasado fin de semana en más de 40 ciudades a miles de personas para reclamar su fin: el maltrato, la explotación, la cosificación, el asesinato, el abandono de galgos y otras especies que son víctimas de la caza junto a más de 30.000 millones de animales cada año.
Su estreno en el Estado español se produce después de que el documental haya podido ser visto en 45 países. En algunos, como EE UU, han reconocido su calidad fílmica llegando a competir en Hollywood como mejor canción gracias a su banda sonora apabullante y monumental de Arturo Cardelús. “Queríamos lograr un impacto global”, comenta López Portillo al referirse a cómo han intentado que la crudeza de la historia esté equilibrada con la información y con el carácter narrativo. Aunque hay información, el guion ha podado el exceso de información ya que la conexión con los animales es lo importante. Tanto que la cámara busca deliberadamente su punto de vista. Corremos con ellos, pasamos entre las patas de los caballos con ellos y hasta escuchamos las entrevistas desde el punto de vista desde el que lo haría un galgo.
Pero, ¿por qué un galgo? “Yo estaba en Dinamarca buscando excusas para volver a España. Estaba haciendo un docu con una guitarra española y me encontré con el mundo gitano. Es una historia larga, pero mi hermana había rescatado a cinco galgos y por ahí empezó todo…”, explica Yeray López, que resalta que siempre le había llamado la atención esta raza por su estética, su misterio y por el valor que le han dado en otras culturas. Y es que el galgo era un animal venerado en el Antiguo Egipto o protegido como si de otra persona fuera en otros tiempos. “Antes la muerte de un galgo se llegó a pensar como la muerte de un hombre, pero las cosas han cambiado y su muerte, hoy, no se persigue”, dice la locución mientras vemos a un perro famélico, asustado, rodeado de moscas y con el rabo entre las piernas.
En ese repaso entre las posibles suerte del galgo (desde valer para las carreras, la caza, la cría e incluso las peleas entre perros), aparece una realidad de fondo: una vida corta. Cuando no son “útiles”, los cazadores y galgueros se deshacen de los animales de una u otra forma. En este sentido, Yo Galgo hace lo que otros documentales no hacen. Muestra de forma directa el testimonio de estas personas. “Mi único objetivo era comprender por qué disfrutan tanto de cazar con galgos o con las carreras”, comenta el director, que señala que la realidad es mucho más compleja de lo que aparece desde fuera. “Para acabar con la caza hay que buscar otras opciones en el mundo rural más allá de la prohibición”, explica, y resalta el hecho de que muchas veces el rechazo no es a la idea de cuidar o defender a los animales, sino a las ideas que vienen de “forasteros”.
En este sentido, destaca la dualidad que se ha visibilizado más los últimos años. Galgueros y cazadores hombres; rescatistas mujeres. “Es el patriarcado”, explica López Portillo. “Desde el franquismo, hay como una tradición en la que el hombre hace lo que quiere en el campo y cuesta que deje de ser así”. Muchas de las protagonistas del documental que están “al otro lado”, en la defensa de los animales, tienen que salir en el documental con la cara tapada. “El miedo es brutal. A muchas no las quieren atender en la tienda del pueblo, las aislan. Otras directamente han sido amenazadas o atacadas. A una en concreto, asesinaron a sus perros. Uno apareció descuartizado por una reala y el otro desapareció durante meses. Ella preguntaba en el pueblo y nadie decía saber nada. Hasta que apareció a los meses ahorcado”. Yeray supone que lo habían tenido en un congelador o algo similar esperando el momento para sacarlo. Algo muy enfermizo. “La psicopatía en la caza es algo que ya está estudiado”. El director de Yo Galgo aporta otro dato para la reflexión: “El 80% de los hombres que pegan a sus perros pegan a sus mujeres”.
Galgos abandonados en el refugio por los galgeros.
Galgos abandonados en el refugio por los galgeros.
Liberemos a los galgos.
Liberemos a los galgos.
En los cuatro años que ha durado el proceso de la película, algo muy profundo ha cambiado en la visión del director hacia los animales. “A mí me ha cambiado la vida”, respira. No solo aparecen los perros como víctimas. “Trato de extender el amor que yo siento por los galgos a otros animales”, comenta el director, que describe como uno de los cambios que ha experimentado en el proceso creativo el dejar de ver a animales como vacas o cerdos como comida. “Antes de la película comía carne”, confiesa y recuerda que “hay pocas cosas tan parecidas a nosotros en el universo como un animal”. “Todo este viaje ha significado querer seguir peleando por los animales, ahora quiero hacer más cosas con más gente”. Algo que ya está en proceso y cuyo siguiente paso será que Yo Galgo pase a las pantallas masivas. Aunque la distribución resulte muy compleja, se intentará. “Si Netflix no la quiere”, bromea, “haremos nuestro propio Netflix”.
Puedes ver ‘Yo Galgo’ bajo demanda en MoonLeaks.


[Fuente: www.elasombrario.com]

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