Escrito por Claudio Ferrufino-Coqueugniot
Desde el "algo" que se movía sobre las aguas, en el libro del Génesis, hasta el vodka -agüita- u otras aguas de colores y ardor, el líquido ha ejercido fascinación sobre los hombres. Tlaloc en forma de lluvia, Mojana o Yemanjá, floreado rocío de mar, y deidades diversas por el mundo. Juan el Bautista que nos lega el agua (bendita) detenida de las iglesias, que a decir verdad más da infección que salvación, y la más profiláctica aunque peligrosa práctica de los pastores protestantes de casi ahogar al creyente en la piscina; astuta manera de coaccionar a crédulos e incrédulos y darles el sabor de la muerte para que se agarren de una esperanza, la más a mano, la mano del pastor.
El poeta español Félix Grande lo expresaría mejor en un maravilloso poema lleno de misterio, donde el agua semeja ser un elemento vivo de seducciones implacables a la vez que dulces. Su influjo ha sido inspiración de artistas como también fatalidad.
Li Po, poeta chino retratado con un rostro alegre y campechano era, como todo versificador, versador, versátil hombre de letras, propenso a los juegos de la melancolía, que en su caso se asociaba a la curiosidad. Cuando remaba en un tibio y suave lago, como los que suelen mostrar las estampas japonesas, miró la luna reflejada en la superficie. El astro del cielo permanecía quieto, mientras que el astro del líquido tenía vaivenes de onda. El movimiento del agua alimentaba de vida a la luna y Li Po, posiblemente cansado de cantar a un objeto estático del aire, prefirió alcanzar con sus manos la relampagueante luz sumergida. Saber que intentar un imposible trae el fin no reduce en nada el deseo de conseguirlo. El viaje de Li Po no retornaba y se subió en él; el embrujo no fue la luna sino el agua.
Paul Celan, poeta judío que reclaman para sí franceses, rumanos y germanos, sobrevivió al Arbeit Macht Frei de Auschwitz-Birkenau, lo condenó en la historia con su terriblemente bello -y sólido- poema "Fuga de la muerte" (Todesfuge). Dice Celan: "Negra leche del alba la bebemos de tarde/la bebemos a mediodía de mañana la bebemos de noche/bebemos y bebemos(...)". Celan emigró de Europa central y se asentó en París. Qué hay en la mente del poeta después del dolor que quema. No puede ser el fuego que calienta más, ni la sangre que recuerda la sangre. El poeta busca la calma, la frescura, la placidez pausada. Y se arroja al Sena, vuela como golondrina y se zambulle como martín pescador.
Hart Crane, poeta de Ohio cuyas furia y bebida ahuyentaban, se lanzó al Atlántico de la cubierta del buque Orizaba. Al contrario de Li Po y de Celan sus aguas eran angustiosas, revueltas por hélices e infestadas de tiburones. En el barco viajaba con él Peggy Cowley, esposa de un amigo y su primer amor heterosexual. Crane se emborrachó y según dice Juan Gelman intentó seducir a unos marinos. Rechazado y expelido con fuerza, se desesperó; mencionó a Peggy algo como que no podría lograrlo, "volvió a cubierta", y se esfumó en el silencio.
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Publicado en Los Tiempos (Cochabamba), mayo 2003
[Imagen: Roberto Kusterle/those poetries of the sea, 2003 - fuente: lecoqenfer.blogspot.com]
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