Fue el biógrafo oficial de Churchill y es autor de casi ochenta libros
Martin Gilbert en 2003, en Toronto. |
Escrito por GUILLERMO ALTARES
El prolífico historiador británico de la Primera y la Segunda Guerra Mundial y del Holocausto Martin Gilbert falleció la semana pasada en Londres a los 78 años. Gilbert, biógrafo oficial del primer ministro británico Winston Churchill, escribió casi 80 títulos imprescindibles para tratar de comprender el periodo más siniestro del siglo XX. A diferencia de Antony Beevor y otros, las obras más importantes de este investigador no desmenuzan una batalla o un momento concreto, sino que sirven para lograr una panorámica general. Fue ante todo un gran divulgador: preciso pero también entretenido y ágil en la narración. Sus atlas de las guerras mundiales y del Holocausto son obras de consulta especialmente útiles. Es autor también de un notable ensayo sobre el Desembarco de Normandía.
Nacido el 25 de octubre de 1936 en el seno de una familia judía del norte de Londres, Gilbert fue un historiador infatigable, que recibió el encargo, por parte del propio hijo de Churchill, de escribir la biografía del mítico primer ministro. Según cuenta su colega y amigo Richard Gott en el obituario publicado en The Guardian fue también fue un intelectual muy pegado a su época, muy relacionado con Israel, aunque crítico con la política del Likud, y relata que era llamado a menudo al 10 de Downing Street como asesor independiente sobre diferentes asuntos.
The Guardian recuerda que, cuando estaba preparando la investigación sobre el papel británico en la invasión de Irak, que acabaría por conocerse como la Comisión Chilcot por el nombre de su presidente, el entonces primer ministro Gordon Brown convocó a Gilbert en su despacho y le preguntó si conocía a algún historiador que pudiese formar parte del comité. Como no cogió la indirecta, al término del encuentro, el secretario personal de Brown le dijo: “Creo que tal vez el primer ministro no haya sido lo suficientemente claro. Quiere que usted forme parte de la investigación”, como así fue. Su nombramiento fue criticado por el laborismo, porque se había mostrado públicamente a favor de la invasión.
En un artículo publicado en el mismo periódico británico en el que explicó su decisión, Gilbert citaba otros momentos de la historia del Reino Unido en los que trataron de enterrarse las circunstancias que llevaron a tomar decisiones clave, que luego resultaron desastrosas, como el pacto de Múnich de 1938. “Es una pena que los británicos que vivieron entre 1933 y 1939 no tuviesen una oportunidad como esta”, escribió. “Creo que esta comisión de investigación representa un momento crucial para demostrar la voluntad de un Gobierno de enfrentarse a asuntos polémicos sin miedo ni sectarismo”. Esta frase es perfectamente aplicable a su labor como historiador: nunca fue sectario y nunca tuvo miedo de contar lo que había descubierto. Sin embargo, eso mismo no se puede aplicar al Informe Chilcot: aunque la comisión terminó su trabajo en febrero de 2011, sus resultados no han sido hechos públicos todavía. De hecho, fue el propio John Chilcot el que anunció el fallecimiento de Gilbert en una comparecencia parlamentaria sobre el retraso en la publicación de los resultados de la comisión.
Sus libros editados en España son La Primera Guerra Mundial, La Segunda Guerra Mundial, La noche de los cristales rotos, El preludio de la destrucción, Memorias de la guerra, El Desembarco de Normandía. El Día D y Atlas Akal de la Primera Guerra Mundial. Pero se trata solo de una pequeña parte de su inmensa bibliografía. Es también autor de una historia de Israel y de tres volúmenes sobre el siglo XX. Su obra magna es Holocaust. A jewish tragedy, del que no existe una traducción castellana disponible, aunque es considerado un clásico en el mundo anglosajón.
Se trata de una obra que mezcla la investigación histórica pura, basada en el manejo de documentos que van desde los juicios de Nuremberg hasta el proceso contra Eichmann, con entrevistas con supervivientes, descripciones de lugares… Es un libro a medio camino entre la historia, el periodismo y la literatura de viajes, escrito con emoción y dolor, como no podía ser de otra forma, pero con la distancia suficiente como para ser una obra de consulta muy útil y sin esquivar cuestiones delicadas, como la actitud de los aliados ante el genocidio (la pregunta de por qué no se bombardearon las líneas de tren que conducían a Auschwitz cuando eran asesinadas allí miles de personas cada día nunca tendrá una respuesta clara).
[Foto: TANNIS TOOHEY (STAR) - fuente: elpais.com]
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