sexta-feira, 24 de janeiro de 2014

10 frases en latín que finges entender cuando las escuchas

El latín, reservado ya un uso culto y medianamente letrado, puede en ocasiones impresionar a quienes no están familiarizados con estas pocas y sencillas frases que a cada tanto surgen en el trato cotidiano.             

El latín, que fue una de las lenguas más importantes durante cierta época de la historia, algo parecido al inglés actual con el que es más o menos posible comunicarse en cualquier parte del mundo, se encuentra desde su desaparición reservado a un uso que podríamos denominar culto, de personas instruidas o letradas que lo conocen bien, o sus fundamentos o siquiera algunas cuantas frases y palabras (denominadas despectivamente “latinajos”).

Algunas de estas todavía se usan cotidianamente, sea en su forma escrita o pronunciada por algún personaje en la situación más inapropiada. Y  que quizá, cuando las escuchas, finges haber entendido y continúas como si nada. 

Porque en realidad se trata de adornos, no siempre puestos con habilidad, pero de los cuales se podría prescindir sin afectar el resto del panorama. 

Caveat emptor: “cuidado con el comprador”; en términos generales, significa que la responsabilidad de una transacción económica recae en el comprador, en aquel que busca los servicios de otra persona.
Persona non grata. Esta es sencilla y en español puede entenderse casi de inmediato. Se refiere al estatus indeseable que una persona adquiere para otra o, dado que uso es más común en la diplomacia, para las instituciones de un país.
Habeas corpus: literalmente, “tú tienes el cuerpo”; garantiza el derecho (sobre todo en los países anglosajones) de comparecer ante un juez inmediatamente después del arresto para que se determine si este fue legal o no.
Cogito ergo sum: la famosa divisa del filósofo francés Descartes, traducida a su vez del francés original en que escribió su Discurso del método (donde figura). “Pienso, por lo tanto existo”, dijo Descartes, quien investigaba las razones de la existencia.
E pluribus unum: “De muchos, uno”; esta locución figura originalmente en un poema de Virgilio, “Moretum”, en un momento en que se describe la confección de una ensalada; curiosamente se adoptó en los Estados Unidos para simbolizar la unión resultante de unas colonias inicialmente divididas.
Quid pro quo: otra de las más usadas; se puede traducir con el coloquial “toma y daca”, dar algo a cambio de otra cosa más o menos equivalente.
Ad hominem: una de las trampas de la argumentación más recurrentes: desestimar la opinión de un adversario por circunstancias propias de su persona y no de su discurso. Cuestionar su calidad moral para invalidar su capacidad argumentativa.
Ad maiorem Dei gloriam: la divisa de los jesuitas, la orden fundada por San Ignacio de Loyola en 1534. Todos los actos que se realizan son “para mayor gloria de Dios”.
Memento mori: “recuerda que morirás”. Así de simple. Cuenta la leyenda que un general romano triunfante, mientras desfilaba por las calles de la ciudad recibiendo las alabanzas del pueblo, llevaba consigo a un esclavo que no cesara de repetirle estas palabras, recordándole que la gloria del mundo poco importa cuando en el otro lado de la balanza se encuentra la muerte. También es una denominación que se da en los estudios sobre arte y literatura a ciertos motivos pictóricos o poéticos: por ejemplo, la calavera que algunos santos retratados tienen a un lado, o el llamado de algunos poetas a aprovechar la juventud y la belleza antes de que estas se consuman.
Sui generis: “único en su género”, imposible de clasificar.

[Fuente: www.pijamasurf.com]

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