Matteo Pelliti (texto), Riccardo Guasco (ilustraciones), Marta Tutone (traducción). La bicicleta amarilla (La bicicletta gialla). Madrid: Liana Editorial (Los nenúfares), marzo de2019, 32 pp.
Escrito por Àngels S. Amorós
Juanito es un niño que descubre su pasión por las bicicletas cuando ve un ciclista montado en una bici de color amarillo. A partir de entonces, desea una bicicleta de carreras: “como las de antaño” para su cumpleaños y nos lo cuenta a través de imágenes de inspiración futurista que nos recuerdan también al cartelismo publicitario francés de alma reivindicativa de principios del siglo XX y al mundo onírico donde todo es posible.
Muchos vienen de un lugar lejanoen busca de la suerte y el buen humor.Pero quién vive una vida tranquilaen bicicleta va ¡qué maravilla!
Escrito en 16 estrofas de octava real numeradas (ocho versos de once sílabas que riman en consonante) divididas en dos columnas por página que simulan el golpe de pedal de cada pierna en un ritmo incesante por las calles de una ciudad donde los avances tecnológicos no son comparables al placer de pasear en bicicleta.
El padre de Juanito se pone manos a la obra para convertir un amasijo de hierros de ningún valor en el preciado sueño de su hijo que no está convencido del milagro.
El niño no lo entiende, es inaudito,¿la oruga en mariposa?, no lo pilla,y en un torbellino de decepcionesempiezan a caer los lagrimones.
Todas las dudas se disipan cuando la paciencia y las ganas de complacer de un padre pueden con todo con tal de que en medio de una metrópoli ruidosa su hijo se sienta libre, autosuficiente y feliz.
¿Por qué no se editan más libros como este? ¿Tan difícil es combinar la poesía con el arte y, al mismo tiempo jugar con los espacios, los colores?
Amo las bicis, sí; es cierto. Pero no solamente por eso recomiendo leer este libro. Es un derroche de energía y de ansias de descubrir un mundo a nuestros pies con el viento a favor o en contra, pero siempre hacia delante. Me ha gustado saber de los sueños de un niño de ciudad que sabe que la felicidad tiene muchas caminos a los que se puede llegar dando rodeos o por atajos, pero con la complicidad de su familia es mucho más fácil llegar para quedarse.
No conocía al poeta Matteo Pelliti pero me ha maravillado su capacidad para jugar con las palabras con una historia tan sencilla a partir de un objeto que muchos niños de hoy deberían tener en cuenta y que en mi infancia fue la mejor inversión y el pasaporte para volar sin límites. El autor del texto confiesa en una entrevista que de niño también recibió una bicicleta que no era lo que se esperaba y que tal vez no agradeció de forma conveniente. Ahora, con los ojos de adultos y con la mirada en la infancia es capaz de reconstruir el recuerdo para reconocer que en verdad le maravilló poseer ese inmenso tesoro donde el disfrute estaba al servicio de su esfuerzo.
Por su parte, el ilustrador Riccardo Guasco es un amante también de las bicicletas y un artista que admira tanto el arte urbano como el de principios de siglo. Pelliti cree encontrar en la imagen del protagonista de La bicicleta amarilla un trasunto de Pinocho, el niño que encarna la libertad por excelencia y que además de ser todo un referente para los italianos también representa el padre dotado de magia movido por el amor que siente hacia su hijo.
Me siento plenamente identificada con la elección de la bicicleta como el mejor pasaporte para la aventura. Si yo de pequeña fabulaba con los columpios a tocar la luna, con la bicicleta podía explorar nuevos mundos y planear a mi antojo por espacios recónditos. Comparto también las palabras de Matteo Pelliti:
La bicicleta amarilla es la idea de una felicidad alcanzable, siempre y cuando la reconozcamos como lo que es, es decir, la idea de que la felicidad es algo que podemos alcanzar. Una idea que los niños tienen muy clara, como una evidencia, y que poco a poco, en la edad adulta, olvidamos o mistificamos. Y, al mismo tiempo, es una idea de libertad esencial: pedaleo y mido el mundo con mis propias fuerzas. El texto que he escrito se puede leer, pero también cantar, y creo que se adapta a todas las edades. Mi texto es para los que piensan que es suficiente una bicicleta, tal vez amarilla, para ser felices.
[Fuente: www.culturamas.es]
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