Por Graciela Melgarejo
No hay que ser Funes el memorioso, pero sí un consecuente gustador de la zarzuela, para recordar este fragmento de La verbena de la Paloma, tan regocijante e irónico: "Don Sebastián: -Hoy las ciencias
adelantan, que es una barbaridad / Don Hilarión: -¡Es una brutalidad! /
Don Sebastián: -¡Es una bestialidad!¡Es una bestialidad!" (para los que
estén interesados, hay una linda versión en YouTube: http://bit.ly/1cWvnlV).
Don Sebastián estaría totalmente de acuerdo con esto:
hoy las ciencias, más precisamente las neurociencias, nos están
demostrando que, detrás de muchas dificultades de niños, adolescentes y
adultos, tanto en la escritura como en la lectura y la comprensión de
textos, hay a veces algo más complejo que falta de estudio, mala
voluntad, poca memoria o, simplemente, mala ortografía. Por ejemplo, en
el diario español El País le están dedicando al tema de la
dislexia ("Una dificultad de aprendizaje con origen neurológico que
afecta a la lectura y a la escritura"), varias notas de divulgación. La
última, una entrevista a la lingüista e investigadora Luz Rello (http://bit.ly/JayVW2), es sumamente ilustrativa de cuán importante es detectar este problema
lo antes posible en los chicos cuando ingresan en la escuela -Rello,
que reprobó lengua y literatura hasta que alcanzó los 12 años, confiesa:
"Creía que era tonta" - y para evitar que sufran largos años de
discriminación personal, familiar y social.
Desde luego, esto no es una excusa para disimular o
disculpar ciertas erratas y errores tan habituales, sobre todo, en los
medios gráficos, en particular, y en los medios de comunicación en
general. Antes de despedirse de 2013, un tema conocido pero sobre el que
se puede volver. El 29/9, Claudio Sánchez escribió a Línea directa un
mail, cuyo asunto era "La saga de la zaga". Comentaba el lector: "En una
carta publicada hoy, del lector Jorge Marcovecchio, sobre el caso
Ángeles Rawson, se dice que «no le fue en saga ...». Entiendo
que debería haberse escrito «zaga». En cualquier caso, es una buena
oportunidad para aclarar la diferencia entre «saga» y «zaga», ¿no le
parece?".
Por supuesto, aunque tengan alguna semejanza en forma o en sonido, saga y zaga son palabras distintas y de distinta etimología. Saga, como "cada una de las leyendas poéticas contenidas en su mayor parte
en las colecciones de primitivas tradiciones heroicas y mitológicas de
la antigua Escandinavia" o "relato novelesco que abarca las vicisitudes
de varias generaciones de una familia", viene del alemán Sage. Y zaga como "parte trasera de algo" y muy usada en las locuciones adverbiales coloquiales no ir, o no irle, alguien en zaga a otra persona, o no quedarse en zaga, por "no ser inferior a otro en aquello de que se trata", viene del árabe hispano sáqa, y este del árabe clásico s?qah, ?retaguardia'. Nada que no se pueda constatar si se consulta el Diccionario de la Real Academia en línea o en soporte papel.
Claro que muchos hispanohablantes confunden, además, saga con serie, pero eso, como diría Kipling, ya es otra historia. Y ahora que
hablamos de historias, va una recomendación para los regalitos
de Nochebuena: Rompecabezas (Pequeño Editor), un relato del
ilustrador y artista plástico Diego Bianki acerca de la diversidad y la
tolerancia, a partir de la propuesta de armar nuestro propio
rompecabezas, el del lenguaje y el personal.
[Fuente: www.lanacion.com.ar]
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