Lo indígena en un escenario de globalización
Por Ismael Vega*
Los acontecimientos políticos y socioculturales
producidos durante las últimas décadas en los países de la región
muestran un escenario cultural donde los pueblos indígenas se
constituyen en actores con identidades abiertas e interculturales.
Estas identidades están constantemente involucradas en procesos de
reelaboración de sus tradiciones, costumbres y formas de organización
social en el marco de un proceso de globalización.
En la actualidad, el Perú asiste a una época intensamente marcada por
la emergencia de identidades locales, particularmente de identidades
indígenas. Antes se pensaba que las identidades eran más evidentes y
“puras” en situaciones de aislamiento y de menor contacto con los
“otros”. Actualmente es evidente que las identidades indígenas son más
visibles, los intercambios y relaciones con los “otros” son más intensas
y frecuentes (Koonings, K. y Silva, P. 1999; Barth, F. 1976).
Si hay algo que caracteriza a la globalización, es el incremento de
los contactos y relaciones entre diferentes colectividades. La
predicción de la homogenización cultural como uno de los efectos más
nefastos de la globalización -a estas alturas- resulta insostenible. Al
contrario de lo que se esperaba, este proceso ha creado condiciones
propicias para la diferenciación y visibilidad de las identidades
indígenas.
Asistimos a un escenario propicio para que los pueblos indígenas
reivindiquen sus identidades como parte de una estrategia que expresa la
conciencia de un origen e historia común, cuya línea demarcatoria no
debe reducirse a la conservación o pérdida de ciertos rasgos culturales,
ni a la incorporación de elementos de otras culturas. Sino que debe
expresarse en la recreación de una adscripción particular distintiva que
se remite a la tradición cultural pero que simultáneamente se
transforma con la historia vivida (Vega y Cornejo, 1998; Vega, 2003).
Desde el surgimiento de las organizaciones indígenas amazónicas a
fines de los 70 e inicios de los 80, la mayor presencia e incidencia
política de los indígenas y la aparición de una élite intelectual se
expresa -entre otros temas- en un conjunto de normas e instrumentos
nacionales e internacionales que reconocen y promueven sus derechos en
la participación política de un número cada vez mayor de sus
representantes en la gestión pública (alcaldes, consejeros regionales,
funcionarios públicos) y en una mayor capacidad para incidir
políticamente en el Estado a nivel nacional y subnacional (Stavenhagen,
2004).
El tema indígena en el escenario nacional
Si tendríamos que hacer un balance de lo logrado por los pueblos
indígenas amazónicos a lo largo de los últimos veinte años, podríamos
mencionar que son dos los puntos más importantes.
Uno de ellos es de orden político y consiste en poner en cuestión la
hegemonía de la legitimidad de los grupos de poder que han gobernado el
país a lo largo de la época republicana, lo cual ha obligado al Estado
tomar en cuenta otras legitimidades (legitimidad indígena) en los
procesos de deliberación política. El otro logro importante, aunque
menos visible y más lento, en tanto tiene que ver con la dimensión
cultural, es el cuestionamiento de la legitimidad del historicismo
evolutivo; es decir, la aceptación de la desaparición de lo indígena
como algo natural e inevitable frente a influencia de la modernidad y la
globalización. Esto plantea al Estado y la sociedad civil, reelaborar
lo indígena como única forma de acabar con los estereotipos sedimentados
en el imaginario colectivo respecto a la existencia de pueblos
indígenas inmutables y atemporales.
Ambos logros fuertemente relacionados en tanto el cuestionamiento de
la legitimidad hegemónica occidental y la inevitabilidad de la
desaparición de lo indígena, plantean la necesidad de un cambio
sustancial de las relaciones entre Estado y pueblos indígenas. En torno a
los logros de los pueblos indígenas, especialmente alrededor de su
complejidad en el mundo globalizado, se debería analizar y entender
quiénes son indígenas y quiénes son los sujetos de la consulta en el
Perú.
Sin embargo, hay que reconocer que si bien se ha comenzado a
cuestionar la idea de la “natural” desaparición de lo indígena como
resultado de la modernización y la globalización, tampoco podemos
afirmar que estemos viviendo en una sociedad y un Estado
multiculturales donde la alteridad indígena y sus transformaciones sea
reconocida y valorada de una manera auténtica y radical. Más lejos aún,
estamos de contar con una clase política que comprenda la complejidad
de este proceso.
La clase política no comprende lo indígena y se equivocan
rotundamente cuando afirman que los indígenas son primitivos, salvajes,
estancados en la historia y opuestos al desarrollo o cuando se atribuyen
la autoridad para decidir quién es indígena y quién no lo es.
Los intentos de medir lo indígena en función de una supuesta escala
evolutiva que coloca lo indígena en lo más primitivo y lo no indígena-
mestizo o blanco – occidental en el máximo nivel de la civilización,
expresan los espasmos de un colonialismo todavía vigente, mentalidades
postcoloniales que siguen entendiendo lo indígena como un estadio
inferior en la evolución de la sociedad, que desaparecerá
inevitablemente. En esta línea de pensamiento se enmarca el artículo “El
perro del hortelano” de Alan García y las declaraciones de Ollanta
Humala sobre la no existencia de pueblos indígenas en la sierra y la
costa.
En realidad, los indígenas y los pueblos que se autoidentifican como
tales, son pre existentes al Estado peruano y este sólo reconoce su
existencia y su identidad pero no les otorga ni una ni otra (Art. 2 de
la Constitución Política). Los indígenas, vienen transformándose desde
hace más de quinientos años y a lo largo del tiempo han transitado por
intensos cambios marcados por la presencia colonial española, la época
republicana y en las últimas décadas por el capitalismo y la
globalización. Actualmente construyen su propia visión del desarrollo
alternativa a la occidental, conocida como “Buen Vivir”.
Lo indígena… un proceso abierto, un guión sin final conocido
Lo indígena más bien es un proceso histórico abierto marcado por
colonialismos pasados y presentes por los que han transitado y transitan
de múltiples e inéditas maneras los pueblos indígenas (De la Cadena,
2010). Lo indígena, esa compleja adscripción (autoidentificación), es un
guión con final abierto e indeterminado, un proceso en permanente
elaboración y re elaboración estratégica de acuerdo a escenarios
políticos y momentos históricos determinados pero que simultáneamente
remite a una historia y un pasado común, donde el vínculo con el
territorio y la existencia de una cosmovisión indígena son
fundamentales.
Si reconocemos que lo indígena no es algo encapsulado ni intacto,
sino un proceso histórico abierto, entonces lo indígena adquiere sentido
y significado a partir de la relación con otros y de la interacción con
lo no indígena. Esto resulta evidente dentro de las comunidades y fuera
de ellas. Lo indígena se hace más visible cuando entra en contacto con
lo que no es tal, como sucede por ejemplo cuando los indígenas
amazónicos migran a espacios sociales abiertos y amplios como Lima y
otras ciudades del interior del país. En estos escenarios, los indígenas
interactúan y se relacionan con lo que se considera urbano no indígena,
es cuando los patrones culturales, creencias y formas de organización
adquieren una identidad indígena más clara y visible.
Las posibles combinaciones entre los elementos de carácter
histórico-tradicional y aquellos que responden a determinados contextos
sociopolíticos actuales e interacciones con la sociedad dominante
occidental son complejas y numerosas, no solo por la cantidad y formas
de combinaciones posibles, sino también por la intensidad y pragmatismo
que pueden tener. A su vez, hay que tener en cuenta que estos elementos
se pueden reinventar o reciclar en nuevos contextos. Los cambios
sociales, reformas políticas, políticas extractivistas, migración a las
ciudades, luchas por los derechos, son algunos de los escenarios que
resultan propicios para la reivindicación o la visibilidad de la
identidad étnica como un recurso estratégico alrededor de los cuales se
pueden generar movilizaciones sociales como las protagonizadas en los
últimos años en el Perú. Estos factores constituyen la compleja y
diversa gama de posibilidades donde “los pueblos improvisan nuevas
formas de ser nativos” (Clifford, 2010).
Lo indígena abarca a los que optan por el uso de su vestimenta
tradicional y hablan en su idioma original, como también a los que usan
terno y corbata y hablan en castellano, pero a su vez a los que se
comunican en su idioma original y a los que se ubican en ambos extremos.
Lo indígena se expresa en la permanente elaboración-reelaboración de
una autoidentificación particular y diferente que se nutre de lo
tradicional-ancestral y simultáneamente se transforma con las relaciones
y contextos sociales. Este proceso (elaboración-reelaboración) tiene un
fuerte componente estratégico, en tanto responde a la lucha de los
pueblos indígenas por alcanzar el ejercicio pleno de sus derechos. Hay
que tener en cuenta que dicha dimensión estratégica sólo es sostenible
en tanto existe una base histórico-tradicional, conciencia de un pasado
ancestral común, un vínculo con el territorio y un fuerte sentido de
pertenencia que trasciende la ubicación física o el nivel de contacto
(mayor o menor) de sus miembros con la sociedad occidental dominante
(Koonings y Silva; 1999).
El Estado y las autoridades que anuncian la implementación de
procesos de consulta a los pueblos indígenas, de acuerdo a lo
establecido por el Convenio 169 de la OIT y la Ley de Consulta Previa
(29785), no deberían establecer grados o niveles de indigeneidad de
acuerdo a la cantidad de elementos o rasgos culturales que tengan estos
pueblos o de acuerdo a su mayor o menor contacto con la sociedad
dominante occidental. Tampoco debería atribuirse la autoridad de decidir
quién es o no es indígena -a partir de percepciones arbitrarias- o en
función de la necesidad de inversiones económicas.
El gobierno debe entender la complejidad y diversidad identitaria de
los pueblos indígenas amazónicos y andinos, y evitar caer en
simplificaciones y definiciones arbitrarias a la hora de establecer
quiénes son los sujetos de la consulta. Lo más conveniente sería que a
partir de los criterios objetivos y subjetivos establecidos por el
Convenio 169 de la OIT, la Ley de Consulta Previa (29785) y con la
participación de las organizaciones indígenas, se construyan protocolos
que permitan el reconocimiento de estos pueblos que demandan el
ejercicio de su derecho a ser consultados, se autoidentifican como
tales y habitan sus territorios antes de la llegada de los
colonizadores y del surgimiento del Estado.
Referencias bibliográficas
Barth Fredrick, 1976: Los grupos étnicos y sus fronteras. La organización social de las diferencias culturales. FCE, México.
Clifford, James, 2010: “Diversidad de experiencias indígenas: Diásporas, tierras natales y soberanía” en: Indigeneidades contemporáneas: Cultura, política y globalización. De la Cadena, M.; Starn, O. (Editores) Lima: IEP-IFEA.
De la Cadena, Marisol y Starn Orin, 2010: “Introducción” en: Indigeneidades contemporáneas: Cultura, política y globalización. De la Cadena, M.; Starn, O. (Editores) Lima: IEP-IFEA.
Koonings, Kees y Silva, Patricio (Eds.), 1999: “Construcciones Etnicas en América Latina” en: Construcciones étnicas y dinámica sociocultural. Quito: Abya-Yala.
Stavenhagen, Rodolfo, 2004: “Pueblos Indígenas: Entre Clase y Nación”. En: Los desafíos de la Interculturalidad: Identidad, Política y Derecho. Santiago: Universidad de Chile.
Vega, Ismael, 2003: “Ciudadanías en construcción: participación y surgimiento de una ciudadanía indígena” en: Ciudadanías inconclusas. El ejercicio de los derechos en sociedades asimétricas. Zariquiey, R.; Vigil, N. Lima: GTZ-PUCP.
Vega, Ismael y Manuel Cornejo, 1998: “Pueblos Indígenas, identidad, participación y democracia” en: Nueva América N° 80. Río de Janeiro.
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* Ismael Vega Díaz, es investigador del Centro Amazónico de Antropología y Aplicación Práctica (CAAAP) y coordinador del Diplomado de Interculturalidad y Pueblos Indígenas de la Universidad Antonio Ruiz de Montoya (UARM).
[Fuente: www.servindi.org]
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