El autor comenta ‘Petit Paris’ (Anagrama), el nuevo libro de Justo Navarro. Una novela negra ambientada en el París ocupado que ya prevé la derrota del nazismo. Allí se encuentran contrabandistas, espías, diplomáticos y exiliados en busca de sobrevivir a la guerra y la ruina. El comisario Polo –que ya conocimos en la anterior ‘Gran Granada’–, vuelve a París, donde ya trabajó en 1940, para confirmar una muerte y certificar la hipótesis de un crimen.
Escrito por Antonio García Maldonado
“Había vuelto a una ciudad demasiado grande para tan pocos habitantes visibles”, cuenta el narrador de Petit Paris, la nueva novela del escritor afincado en Nerja Justo Navarro (Granada, 1953). Quien ha llegado en 1943 a la capital francesa es el veterano comisario Polo, a quien conocimos ya octogenario pero activo y protagonista en Gran Granada, que comentamos aquí.
El ahora sexagenario policía español acude con el encargo de investigar la muerte –un aparente suicidio– del enigmático Matthias Bohle, un seductor que ya había conquistado antes Granada, en 1940, donde Polo lo conoció bien. Bohle había recalado en París tras robarle cuatro kilos de oro a un conocido industrial granadino, y los misterios alrededor del personaje comienzan a crecer desde la primera página.
No es la primera vez que Polo trabaja en el París ocupado –donde se encargó de crear una red de soplones para controlar a los republicanos exiliados–, pero el ánimo alemán de la ciudad ha cambiado. “Cuando Polo llegó a París en los últimos días del verano de 1940, un ejército victorioso y exhibicionista ocupaba la ciudad”. Ahora, “más de dos años después, también los alemanes se habían afantasmado”. Y es en ese ambiente espectral donde los personajes van entrando y saliendo de una trama que acoge a personajes hammettianos, pasados por el tamiz de las miserias de la guerra civil, la posguerra y un París ocupado lleno de espías, policías y bajo amenaza de bombas.
Personajes turbios del consulado español –algunos con carnet de la Gestapo– comienzan a ayudar a Polo en sus pesquisas por un París elusivo y gris, donde nadie se fía de nadie. El anfetamínico y alcoholizado abogado Palma, la heroína de la Cruzada Nacional Alodia Dolz, matones a sueldo de varios, contrabandistas y marchantes que se aprovechan de la desesperación, y exiliados republicanos que solo buscan sobrevivir forman un dramatis personae con sabor a noir puro, y los hechos se precipitan. Hay nuevas muertes, sospechas y mentiras que dan al traste con el deseo de Polo se solventar fríamente el asunto, dar por buenas las versiones de sus superiores en París y volver a su Gran Granada. De fondo, siempre, el fantasma de Matthias Bohle y sus andanzas, en Granada y en París.
La contraportada del libro habla de homenajes a Simenon o Modiano, y sin duda resuenan en Petit Paris, pero a mí me ha sido inevitable no ponerle música mientras leía con la banda sonora que Antón Karas compuso para El tercer hombre, dirigida por Carol Reed con guion de Graham Greene. Allí era la Viena de posguerra la ciudad en la que se movían Orson Welles y Joseph Cotten, y aquí el París que prevé la derrota del nazismo, pese a los continuos partes de guerra triunfalistas que emiten desde el Cuartel General del Führer.
Pero Justo Navarro va más allá, y en esta novela están presentes las señas de identidad que le han llevado a ser uno de los mejores escritores vivos en español –además de poeta, ensayista y traductor–, autor de libros memorables como La casa del padre, F. o El espía, entre otros: la precisión del lenguaje, los destellos de genialidad contenida al buscar metáforas y símiles, y el trasfondo de retrato social de una época. Con la anterior, el retrato del franquismo fue demoledor, y no lo es menos este de una España y de un París derrotados. También moralmente. Larga vida al comisario Polo.
[Fuente: www.elasombrario.com]
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