Los escritores celebran a Eduardo Mendoza, el último premio Cervantes
Cervantino por vocación y por destino, hay tantos mendozas como lectores: el hombre de escena, el seductor, el bienhumorado, el amigo, el novelista, el que ha sabido esquivar las trampas del nacionalismo... Félix de Azúa, Molina Foix, Félix Ovejero, Rosa Regàs, Rafael Reig y Marta Sanz celebran su humor, su pasión por el teatro o su poder de seducción.
El Doctor Mendoza, un extraño caso, por Félix de Azúa
La verdad del caso Savolta y La ciudad de los prodigios transformaron el panorama de la novela española, hasta ese momento lastrada por el compromiso político y el mensaje regenerativo. Savolta aparece en el 75. En ese momento la novela en España estaba muy marcada por la lucha política; coexistían la novela social, la comprometida, la que quería ganar la guerra civil sobre el papel, era una literatura muy moralista, y luego estaban los Benet, Ferlosio, los grandes, recluidos, en un mundo completamente ajeno y de una perfección absoluta. En ese panorama, Mendoza trajo la posibilidad de escribir novelas que fuesen verdaderamente novelas.
Con todo, lo más asombroso de Mendoza es él mismo, un excelente escritor que es también una buena persona de quien no se conoce maldad alguna, ni malevolencia, ni envidia. En eso, también es lo más parecido a Cervantes. Y es un extraño caso en el ambiente hispano porque no tiene enemigos y ha sabido sortear todos los problemas y todos los rencores. Es muy inteligente, educadísimo, pero además es bondadoso: le conozco desde niño y he vivido episodios de una enorme generosidad que confirman que es un extraño caso en estos tiempos.
Pasión desatada por la escena, por Vicente Molina Foix
Por lo que a sus adaptaciones se refiere, es imposible no mencionar El sueño de una noche de verano, de Shakespeare, para Narros; Panorama desde el puente, de Miller, o una obra temprana de Pinter, El Invernadero. También tengo un recuerdo muy grato de la adaptación que hizo para Rosa Novell de La mujer justa, de Marai. Sé bien, porque hemos hablado de ello, que Mendoza es un hombre con una gran vocación teatral, que le viene de un padre muy muy teatrero. Gracias a esa pasión primera, ha desarrollado un oído muy bien inspirado para mantener el ritmo del relato gracias al diálogo, que es la base del teatro.
La mampostería del nacionalismo, por Félix Ovejero
Por otra parte, no creo que a ni a Mendoza ni a nadie se le puedan reclamar comportamientos superrogatorios (esos que van más allá de la obligación). Si acaso, la discreción, que no es lo mismo que ponerse de perfil. No podemos ir reclamando limpiezas de sangre. En realidad, nadie conoce las creencias íntimas de nadie. Tampoco sus convicciones últimas. Solo las que cuenta, si las quiere contar.
El gran conversador, el consejero, por Rosa Regàs
Me entusiasmó La ciudad de los prodigios, aunque no tanto su visión de los anarquistas, a los que yo entonces me sentía muy próxima. Un día me lo encontré en el cine y se lo dije. Se reía. No sé si el jurado del Cervantes quería, con este premio, reconocer a su generación literaria. Creo que sería un error, porque Mendoza es único y los de su generación, curiosamente, no se parecen entre sí en nada. En todo caso es una alegría.
El buen humor, en la estela de Cervantes, por Rafael Reig
Nosotros, los que escribimos, y los que leemos, somos del gremio de entretenernos y de pasarlo bien. Quizá por eso releo cada pocos años El misterio de la cripta embrujada: esa síntesis de novela policiaca y novela picaresca, ese reflejo de la realidad contemporánea en una prosa de honda raíz clásica, constituye un acierto absoluto que ganó muchos lectores, entre ellos yo, para la causa de la literatura y de la buena literatura.
Retrato de un seductor literario, por Marta Sanz
Yo caí en sus redes con La verdad sobre el caso Savolta, un libro de un virtuosismo narrativo impresionante. Mendoza saca partido como nadie de los elementos más novelescos de la novela para construir un fresco histórico magnífico. Es envidiable el sentido del humor y la destreza para combinar registros y géneros que van del folletín al policial, de modo que se produce una aproximación a la historia con mayúsculas y con minúsculas. Como seductor literario, mantiene su fascinación en los nuevos narradores españoles, ya que es cervantino y creo que la veta cervantina de la literatura española sigue muy viva.
[Fuente: www.elcultural.com]
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