sexta-feira, 30 de dezembro de 2016

Los afrobolivianos no aumentan por el amor y la fatalidad

La comunidad quiere reafirmar su identidad en el país, pero no puede eludir al avance del mestizaje. Un trabajo de años permitió que se los reconozca y se evite el apelativo de negros, a sus miembros les preocupa mantener su cultura.


Escrito por GUY EVERARD MBARGA

“Cuando una persona se enamora y no es de nuestra misma cultura, no podemos hacer nada en contra del amor, es simplemente que el amor está allí”, así comenzó esta nota Marfa Inofuentes, una de las líderes del Movimiento Afroboliviano.

La comunidad afro está muy preocupada, desde diciembre del 2004 hasta el jueves 24 de septiembre, llegaron a 13 los muertos, casi todos ellos parientes de los miembros del Movimiento Afroboliviano.

Para Jorge Medina, el líder de los varones, la muerte es solo una despedida “virtual”, ya que el cuerpo se entierra y el espíritu se queda a rondar y proteger a los seres que dejó. La comunidad recibe al espíritu con el Mauchi, una ceremonia especial que lleva estrofas cantadas en lengua africana. “A los solteros y a los niños se les impide entonar los cantos, porque aún son angelitos”.

En un encuentro de jóvenes afros en los Yungas salió a la luz un tema de gran debate, según cuenta Marfa Inofuentes.

“Surgió una preocupación: estamos desapareciendo, no sé por qué las mujeres no queremos hombres negros y ellos no quieren mujeres negras, si no nos entendemos mejor entre hombres y mujeres afros, decididamente, nuestra población desaparecerá en unos cuantos años más; pero siempre hay un proceso de concientización, sobre todo con los jóvenes”, comentó.

Para el historiador Fernando Cajías el mestizaje no debe causar temor a la desaparición. “Es un mestizaje en el que la cultura fuerte siempre es la afro, no la otra. Es decir, los hijos de los afros siguen bailando saya, se imponen. La cepa no solo es el color de la piel, sino también un sentimiento”, dijo y rescató una frase colombiana que señala que la cultura afro está conformada por gente de chocolate, pero también por gente con corazón de chocolate. “Yo me considero alguien con ese corazón”.

Mediante el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), en 1997 se hizo un diagnóstico en más del 90% del territorio nacional, el mismo reveló la existencia de 20.000 afrobolivianos.

“Ahora pensamos que estamos en los 32 mil”, señaló Marfa, y lamentó que el último Censo no los haya tomado en cuenta. El Instituto Nacional de Estadística tiene un compromiso con este grupo que reclama una presencia. El 2006 se haría un censo focal de su población.

La raza afro está dispersa en todo el país, pero la mayor concentración está en la región de los Yungas, principalmente, en Chicaloma, Coripata y Tocaña.

“Tenemos en la comunidad más gente joven, más niños y adultos. Nuestros ancianos son nuestras bibliotecas, pero ya nos quedan muy pocos”, relató la líder, quien hasta sus 18 años ignoraba la fuerza de los ritmos cadenciosos de la saya, que heredó de sus ancestros.
“Quizá no nos hubiéramos unido nunca, si no era por la música. Así hemos podido llegar donde estamos, nuestro lenguaje es la música”. Igual que ella, en la zona de los Yungas, antes de organizar el Movimiento Afroboliviano, entre ellos mismos había un distanciamiento y rechazo. “Los del norte no soportaban a los del sur, pero de bailar saya y rescatar por la oralidad de los ancianos la ropa, los movimientos y el significado, nos dimos cuenta que debíamos estar unidos”, subrayó. Resalta que el único lenguaje entre ellos y hacia los demás está en la música.

“Con la música nos expresamos, reclamamos, pedimos, el bloqueo no va con nosotros”.

En 1994 fue el primer encuentro de afros en el país, hoy buscan ganar espacios en los que se los reconozca, más allá del fútbol y la saya afroboliviana.

Algunos personajes afros

Aunque en la historia oficial no hay héroes afros, el historiador Fernando Cajías asegura que en el proceso de independencia de Bolivia brilló por su coraje el mulato Franciscote. En el siglo XX no destacó ningún hombre de esta raza, pero entre los pobladores de los Yungas se hace referencia al chicalomeño Pedro Andaverez, quien habría salvado la vida del exalcalde, general Armando Escóbar Uría.

Sin gravitar en la vida del país, está la familia Pinedo. En su seno se gestaron sueños de libertad y de reconocimiento social. Como parte de la tradición africana surgió el rey Bonifacio Pinedo, heredó su reinado a Julio Pinedo, quien dejará el mando a su hijo para seguir la sucesión. También se reconoce al catequista de Tocaña Luis Inofuentes. Los futbolistas les dieron dimensión nacional con los hermanos Iriondo y Castillo, Natalio Flores o Demetrio Angola.

Además, reclaman la autoría del Yungueñito. Describen el largo proceso en el que el alcohol, canela y sultana se vuelven elixir.

El futuro de la diáspora

El historiador Fernando Cajías establece cuatro períodos en la historia de la raza afroboliviana. La llegada en la Colonia, hasta la Guerra de la Independencia, donde se destaca un caudillo mulato, Franciscote. La segunda etapa, con Bolívar, quien en 1825 en la Constitución Política establece la libertad de los esclavos, pero esa libertad tardó y luego del discurso, a los 20 años, el gobierno de Manuel Isidoro Belzu instaura la libertad de los esclavos.

“Desde allí, la población negra se traslada a los Yungas y deja las ciudades y cambia de condición, pasa de ser esclavo a peón”, señala Cajías.

La llegada de la Reforma Agraria convirtió a los afrobolivianos en propietarios de minifundios, especialmente de cocales.

Para Cajías, la etapa actual corresponde al cuarto período, marcado por la diáspora, la migración a las ciudades en busca de trabajo y educación.

“La mayor característica de este período es el surgimiento de la toma de conciencia de la cultura afro. El Movimiento permite una autoafirmación de su raza.

[Fuente: catalina84.blogspot.com]



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