Escrito por MAURIZIO BAGATIN
“In ogni passione avvengono prodigi” - Simone Weil -
Eh ya, Francesco, ya el nombre me conduce hacia alguien conocido… hay poetas que dejan huellas con las palabras, algunos forjan obras inmensas y humildes a nuestros ojos, otros hacen de su vida una entera poesía. Sentados, “ò cafè” siempre amargo, como el secreto que está en su palabra, charlábamos, robábamos all’alba un po’di notte, se enfriaba el café y seguíamos, una de Fabrizio De André y otra de lo profundo del sur del mundo, de las bellezas sin metafísica…y me acordaba de las raíces de los hombres: su perfil de Cartago, el color de su piel como la tierra de su padre, el obstinado carácter umbro, fruto umbilical indomesticable.
Inquieto y pasional, hizo la primera pizza con harina de coca en Bolivia - yo estoy dispuesto a creer que en el mundo - con el debido éxito en la Feicobol del 2006, a noche honda volviendo nos reíamos de las caras de los caseritos, de cómo logramos llegar cargadísimos hasta lo imposible en la heroica Suzuki Forza, nos reíamos de las exageradas contradicciones que nos regalaron cien años de soledad. Su comunidad en Piñami ya no era su comunidad, se había acabado un ciclo, se venció el tiempo, su inquietud y su pasión deseaban un horizonte distinto, creía en construir un futuro diferente. Visitamos, a través de un inolvidable viaje homérico, al Maestro Masashi Asano, con él Francesco persistió en el tema de la educación en nuestros tiempos, de la transmisión de los valores altos, lo vio como al viejito de Akira Kurosawa en Los sueños, en sus sueños. El viaje de retorno fue pero para Francesco una pesadilla: la venganza de Moctezuma lo persiguió toda la noche y en Pojo tuvimos que organizarnos para encontrarlo… no estaba solo, el implacable Moctezuma supo ofrecerle por lo menos compañía aquella noche, los dos, Francesco y un compañero de Llallagua fueron encontrado que ya el dilúculo empujaba la noche, bajo un molle sufriendo en silencio y hablando de ecología. En la casa sigue el bambú que Asano nos ofreció como símbolo de su cultura, lo riego siempre recordando aquellos bellos momentos.
Y luego las salsas de tomate, su pasión por “le mulegnane” (las berenjenas tanto amadas en su tierra), el Toscano, si llegaba de Italia y que no soltaba nunca, ni para irse a dormir, el Mítico Grande Torino (Ecce Toro, un bellísimo libro de Giuseppe Culicchia que nos trajo Aurelio de Italia…) con el cual se identificaba, las pizzas hechas con sus manos de verdadero panadero y horneadas a cualquier hora, el café sin su cuccumella, hecho en la moka sobre el motor sobrecalentado de los autos, la necesidad que hace el genio, la genialidad que lo rinde poeta.
Al vento che importa la bandiera a mezz’asta Volano al largo anche i furgoni da traslochi Essere al servizio della vita non basta La morte é l’essenza stessa di tutti i giochi Che sassaiola fitta da ambo le parti Dopo un momento ogni fronte é un formicaio Verso il sasso non fai a tempo ad inchinarti Pietraia la tua mano grazie al vento gaio Cosa importa ormai sapere chi comanda Guardi il formicolio diventi estatico Oh potenze angeliche anche voi propaganda La morte ricacciate in timore automatico Ma il vento che oggi soffia dentro e fuori Questa é realtá dove esisti anche se muori.
- Edoardo Cacciatore -
Inquieto y sincero, entrando con su mirada en los ojos del mar, o de un lago, en lo que ayer era un impenetrable océano, si ahogarse pudiera, sin nadar se lanzó… se enamoró, perdidamente sincero, perdidamente loco de amor, el amour fou, el amor sin medidas ni clemencia, llevando su imposible pasión a la construcción de un amor posible…
El Pueblito, aventuras para Buster Keaton, exageraciones para un realismo mágico sin fin: mientras algunos intentaban frenar a los supuestos dueños de casa (los mismos que habían secuestrado todas las pertenencias de Joky y de la Georgina), Francesco silenciosamente sacaba los bienes de Joky, uno a uno a paso de gato felpado -yo logré solamente sacar las mokas para nuestros interminables cafés… y darle una buena patada al miserable Jaime…- en una increíble y funambulesca acción junto al Napo, al Coco y protegidos por dos policías ecológicos de Villa Tunari y un abogado con un dudoso conocimiento de los hechos, perdimos solo el generador de corriente de la Fundación Agrecol Andes…
Pero a la vita spericolata de Francesco, ahora acompañado por su amor, la chica que nos enseñó a pronunciar correctamente a Van Gogh… van og… debían sumarse otras, y aún más increíbles aventuras, una vez instalados en la casita de la Gabriel René Moreno, una mezcla hipnótica de lo absurdo con lo real, a la vez que con dosis magníficas de surrealismo generó situaciones fantásticas… aun hoy para mí, felizmente, inexplicables: decía el maestro de este género, Juan Rulfo, que no se puede contra lo que no se puede… y así una vez los desvalijan a plena luz del día, otro día les ofrecen recuperar, previo pago, el DVD que les habían robado… el lugar no parecía tranquilo para unos frescos amantes. A muchos pidieron socorro, ayuda y consejos, y muchos vieron que el amor a veces juega increíbles jugadas hasta con las percepciones. Vivieron una tumultuosa, pero feliz luna de miel.
Ik heb geweten, maar ik ben het vergeten ! (¡Yo lo estaba sabiendo, pero lo estaba olvidando!)
Llegaron otros momentos, el Charly que tomaba el lugar del Francesco en El otro mercado, el Marcelo que -un poco hermano y un poco más hijo- obtuvo aquel cariño que hasta los anarquistas necesitan y desean tener, y el Sergio con su hermana, siempre pendientes del Francesco, la señora del mercado Calatayud que guardaba el fideo Don Victorio para su Francesco, y quien aún hoy se acuerdan del italiano que traía el yogurt desde Piñami hasta la estupefaciente Cancha de Cochabamba. Huellas impregnada de vitalidad, de memorias, de pasiones hechas prodigios - como decía una autora cara a Francesco - recuerdos de nuestras nostalgias, de nuestra mal diestra melancolía, de nuestro necesario pathos.
Un día escuchando una canción se emocionó tanto que quiso encontrar el disco, se trataba de Massimo Liberatori… un castastorie a la antigua, uno de aquellos nómadas de las fabulas, de los cuentos escuchados alrededor de una chimenea, de la poesía hecha de sudor en las frentes y de callos en las manos, de cultura contadina y esfuerzos humildes, sinceros, puros. El ayer que su generación tuvo que dejar hasta de soñar toda aquella belleza, para que mucho tiempo después, como unos locos, algunos vayan a retomar la huerta, hacerse el pan, leer una poesía de Pasolini.
Con esta inspiración nació La casa dell’asino, una sencilla vivienda adonde criar las nuevas llegadas, Flor y Camilla, adonde acompañar la amada Joky y compartir con los amigos logros y fracasos, todos los desafíos y una utopía que más humana que así, solo otros hombres pueden cultivar, en otros lugares, en otro tiempo…
En esta comedia humana tuvo que luchar contra la prepotencia de un fantasmagórico Pizarro ante litteram, uno de estos frutos transgresores de la raza humana… tuvo que sufrir humillantes burocracias para obtener lo que él deseaba simplemente ofrecerle amor… y mirar siempre desde lo alto, mirar lo absurdo, mirar lo controversial de esta comedia humana, alejándose de la bulla y del caos, acercándose solamente a lo que para él valía, y él amaba.
Y su Fillmore extemporáneamente fabulosa… las gallinas que ponían solamente un huevo al día… muchas promesas de buitres siempre listos… nada de nuevo, en fin.
Como si fuera todo escrito, como si de una cualquier materia al hombre fuera suficiente -gracias a un trabajo finísimo, como un destilador de elixires mágicos o un alquimista medioeval- extraer la vida, llega en su lugar la enfermedad, silenciosa, implacable, malditamente democrática… a la que Francesco enfrentó, conociendo el dolor, conociendo el cuerpo, conociendo su cuerpo.
Fuerte espiritualidad, darle un sentido a la vida, un día hablando de fe y de verdad nos enfrentamos con nuestra profunda ignorancia, la hoja sagrada nos mantenía lúcidos, el café activaba nuestras endorfinas y así recordamos al cardenal Martini, el cardenal más escéptico que tuve la suerte de seguir, en sus textos, en algunas entrevistas, y concordamos, luego de una bellísima tarde, en que en un creyente auténtico hay también una duda que empuja a progresar en su búsqueda como, en un no creyente auténtico hay una exploración, por lo tanto ambos viven unos exámenes permanentes, así conciliamos fe y verdad, la hoja sagrada y los cafés. Escuchábamos La buona novella de Fabrizio De André siempre, una altísima interpretación de lo que el hombre devolvió al hombre en forma de suma poesía, discutíamos sobre Il vangelo secondo Matteode Pasolini, imágenes que devolvían sin dogmas, sin pecados, sin culpas el humano al hombre… como sentíamos nuestra esta cultura, esta ausencia, estas vidas humanas.
El canto del cisne lo oí en diciembre, me llamó y conversamos casi una hora, me habló de sus sueños… volver un día a la casa dell’asino, de sus paseos con Flor y Camilla por los parques holandeses… me imagino inmensos campos de tulipanes y a este Van Gogh (se pronuncia van og…) de la vida que define los colores como si el caleidoscopio de su vida le pasara de frente… y Flor e Camilla con su aún desdeñosa sonrisa andina mirar las flores y mirar la sonrisa de su padre. Él es el Poeta. Así lo recuerdo afortunadamente yo, y de eso agradezco a la vida…
P.D. Esta nota me la pidió Joky, quería que un día sus hijas Flor y Camilla pudieran leer algo sobre su padre, algo escrito por quien lo había conocido. Francesco fue un amigo sincero y más aún desprendido. La sinceridad y el desprendimiento hoy son calidades en vía de extinción. La poesía que acompañó su vida me acompaña hoy en la mía.
Enero 2018
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[Imagen: Ernst Ludwig Kirchner/Retrato del poeta Leonhard Frank - fuente: sugieroleer.blogspot.com]
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