quarta-feira, 27 de junho de 2018

Radu Jude y el cine como búsqueda

El cineasta rumano Radu Jude (Bucarest, 1977), referente de la nueva ola de cine rumano, aterriza la semana próxima en el 18º Festival Internacional de Cine de Las Palmas como miembro del jurado oficial y protagonista de un ciclo de cinco títulos propios y otros cuatro de su memoria sentimental.
"La realidad social en Rumanía es todavía menos tolerante que antes", manifiesta
Cuzin Toma (Carfin), Mihai Comānoiu (Ionitā) y Teodor Corban (Costandin) en <Aferim!>

Escrito 
por Nora Navarro
El arte que cuestiona la realidad a partir de los abismos del pasado solo puede hallar su verdad a través de la metáfora o de la reconstrucción subjetiva de certezas impuestas. En esta línea, el cineasta Radu Jude, referente imprescindible en la nueva ola del cine rumano, explora los mecanismos de la sociedad rumana en el marco de una filmografía audaz, interrogante y diversa que dirige la mirada hacia distintos contextos históricos para desenterrar sus ramificaciones con el presente. "Mi cine nace de un estado de incertidumbre", revela el cineasta, que acoge el cine como "un juego mental que no representa la realidad, sino que descubre una forma de representarla". 
Radu Jude aterriza la semana próxima en la capital grancanaria como invitado especial del 18º Festival Internacional de Cine de Las Palmas de Gran Canaria con un doble papel: como integrante del jurado de la sección oficial, que falla el palmarés de los 12 largometrajes a concurso y, en segundo lugar, como protagonista de un ciclo retrospectivo bajo el epígrafe Radu Jude 4&frac12; + 4, donde presentará cuatro largometrajes y un corto de su filmografía, junto a otras cuatro películas que han influido en su mirada cinematográfica.
Y aunque cada película de Radu Jude traza un microcosmos particular incardinado en códigos y lenguajes propios, el conjunto de su filmografía transita en las coordenadas del cine de autor que reflexiona, que toma distancia, que cuestiona su propio medio representacional y que nunca termina de responderse.
"Lo que tienen mis películas en común es mi mirada, pero no busco de forma intencional crear filmes tan diferentes entre sí", revela el cineasta. "Mi cine nace de la necesidad de explorar distintas versiones de una realidad compleja y cambiante, pero es el propio medio de expresión del cine el que va dando forma al filme durante el proceso creativo".
El propio Jude realizó la selección que exhibirá sobre su filmografía y que reúne sus títulos más recientes. Entre ellas, Aferim! (2015), que se erigió en una de las mejores películas de su año y le distinguió como Mejor director en la Berlinale, deslumbró a la crítica con un retrato rotundo e irónico en clave western sobre la sociedad rumana a comienzos del siglo XIX. El pulso al que se retó el cineasta dio como respuesta, un año después, la película Inimi cicatrizate (Scarred hearts, 2016), que, en una órbita distinta, pone alas a la novela homónima del escritor judío-rumano Max Blecher, fallecido de tuberculosis a los 29 años, y que borda un homenaje en 35 milímetros de vitalidad y humor negro en tiempos de antisemitismo.
"Blecher pasó toda su juventud ingresado en un sanatorio y su manera de enfrentar el sufrimiento y la muerte fue, para mí, un ejemplo de dignidad", señala Jude. "Y quise filmar esta película en 35 milímetros porque, después de experimentar con distintos formatos, descubrí que sigue siendo el mejor, sobre todo, en los colores". Otra de las joyas de la selección es el ensayo-documental que, hasta la fecha, pone la guinda a su trayectoria, Tara Moarta ( The Dead Nation, 2017), un collage cinematográfico creado a partir de la colección fotográfica de Costica Axinte, que reúne imágenes de una pequeña ciudad rumana entre los años 30 y 40 del pasado siglo, en el contexto del antisemitismo y la propaganda nacionalista. A juicio de Jude, el reto que plantea este ejercicio de found-footage [metraje encontrado] reside en la tensión "entre lo que se ve y lo que no se ve".
"Ascinte tomó cientos de imágenes de los suburbios, cuando todos los horrores de la época sucedían en el centro. Y esta ausencia representaba un cierto simbolismo para mí, así que decidí recontextualizar esas imágenes para crear nuevos significados como modo de construcción del filme", revela Jude.
"Luego, para trazar un paralelismo entre las imágenes y lo que acontecía en ese período en Rumanía, utilicé como banda sonora fragmentos del diario de Emil Dorian, médico judío de la época, en torno al antisemitismo y las masacres del Holocausto rumano", sigue. "Lo que me atrajo del found-footage es que te empuja a buscar nuevos significados en las imágenes, en lugar de aceptarlas de forma pasiva. Y esto es fundamental hoy en día, dado que vivimos bombardeados por imágenes de todo tipo". A juicio de su propia investigación desde el cine, la realidad social en Rumanía "es todavía menos tolerante que antes". "Y la élite política tiene una gran responsabilidad fomentando el odio, al igual que los medios, totalmente comprados por el poder", manifiesta. "El paisaje es bastante desolador".
Con todo, su ciclo también proyectará su largometraje Toata lumea din familia noastra (Everybody in Our Family, 2012) y el cortometraje Lampa cu caciula (The tube with a hat, 2006). Y de forma paralela, Jude propone el visionado de cuatro películas de su memoria sentimental: Pays Barbare, de Yervant Gianikian y Angela Ricci Lucchi (Francia, 2013); O var? de neuitat, de Lucian Pintilie (Rumanía, Francia, 1994); Vivre sa vie, de Jean-Luc Godard (Francia, 1962) y Otona no miru ehon - Umarete wa mita keredo, de Yasujirõ Ozu (Japón, 1932). "Me encantó esta idea por parte del festival, y creo que lo tienen en común las cuatro películas es que comparten un lenguaje formal muy especial, que no experimentas en el cine mainstream".

[Foto: Mihai Chitu/Big World Pictures - fuente: www.laprovincia.es]

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