terça-feira, 22 de julho de 2014

«HASTA PRONTO», película de Benoît Jacquot (Francia, 2004)

HASTA PRONTO (À tout de suite, Francia, 2004) 
Dirección: BENOÎT JACQUOT 
Argumento: sobre una historia de Elisabeth Fanger
Guion: Benoît Jacquot
Fotografía: Caroline Champetier 
Diseño del film: Antoine Platteau 
Asistente de dirección: Joan de Camaret, Antoine Santana
Montaje: Luc Barnier
Mezcla de sonido: Nicolas Naegelen
Dirección de arte: Eugène Lourié 
Vestuario: Antoine Platteau, Caroline Tavernier 
Elenco: Isild Le Besco (Lili), Ouassini Embarek (Bada), Nicolas Duvauchelle (Alain), Laurence Cordier (Joelle), Forini Kodoukaki, Léonor Graser, Emmanuelle Bercot (Laurence), Odile Vuillemin, Catherine Davenier, Nicolas Pignon, David Ayala, Olivier Augrond, Sabri Lahmer, Fatiha Cheriguene, Olivier Foubert, Rabah Loucif, Kostas Baras, Luzdivina Fernandez Fuentes, Alexandros Kalpakides, Manos Karatzogannis, Emmanuel Leconte, Andreas Natsios, Nikos Padelides, Tasos Papanastasiou, Loïc Pichon, Antoine Platteau, Alkistis Poylopoyloy, Eric Samotrakis, Samuel Sogno 
Productor: Georges Benayoun, Raoul Saada
Produtor ejecutivo: Françoise Guglielmi, Despina Mouzaki, Haris Padouvas 
Produtoras: Natan Productions, arte France Cinéma, Ciné Cinémas, Centre National de la Cinématographie (CNC)
Duración original: 95’
Esta película se exhibe por gentileza de la Cinemateca de la Embajada de Francia.



El film

Hasta pronto es un film excepcionalmente perceptivo sobre lo que significa tener 19 años de edad. Dirigido por Benoît Jacquot y basado en las memorias de Elisabeth Fanger, cuenta la historia de una joven que sigue el impulso romántico que la hace meterse en problemas. No hay verdadera decisión involucrada; es solo puro instinto. Su capacidad para la precaución todavía no ha sido desarrollada.

La belleza de Hasta pronto –además de que es muy bella de ver, rodada en un blanco y negro nostálgico- está en que no es ni romántica ni cínica. En todos los puntos de la historia el espectador está advertido de cómo la heroína, Lili, ve su situación y cómo los espectadores la vemos. Donde ella ve romance, vemos ingenuidad. Donde ella ve aventura, nosotros vemos problemas. Lo sabemos, si se tienen 19 años, probablemente se ven las cosas a su modo. Muchas películas evocan un romance de juventud, pero Hasta pronto nos da un cuadro completo: el esplendor de la juventud, pero también sus partes ásperas, la impotencia y la confusión.

Este viaje emocional está contado mayormente a través de primeros planos de Le Besco, una actriz bendecida con un rostro que realmente merece ser contemplado. Ella puede lucir tanto muy hermosa como muy común, y hay algo de madurez en su esencia –o en sus pensamientos, expresados a través de sus gestos- que la vuelve más interesante aún. Es un verdadero talento, que hace algo fabuloso en Hasta pronto, transmitiendo el sentido de una gran conciencia en lo que hace.

Es 1975 y Lili es una estudiante de arte de una familia de clase media. Va a un bar y se enamora de Bada (Ouassini Embarek), un joven marroquí muy naïf, del modo en que la gente se enamora a esa edad. Ellos se miran y todo lo comprenden, porque a esa edad todo está más cerca de la superficie. En el término de unos pocos días, ella advierte que no puede vivir sin él, al tiempo que también se entera que él con sus amigos han intentado robar un banco. Un cajero resulta muerto y Bada es un fugitivo.

El resto del film sigue los pasos de la odisea de Lili. Bada, su compañero criminal, la novia de él y Lili están en problemas. Su única chance es salir del país. Hasta pronto toma forma de una road movie que sigue una trayectoria geográfica y psicológica fascinante. La desilusión romántica de Lili llega al enfrentarse con la culpa adulta que Bada siente. Las consecuencias son horrendas. La puerta de la celda puede cerrarse en cualquier momento, pero mientras tanto son todo lo libres que pueden. La ironía es que la libertad que están saboreando no es algo que tenía que ser robado. Hubiera sido posible en el curso natural de las cosas. No están, en realidad, revelándose contra nada, solo están apurando su entrada en la adultez.

En una escena memorable, Lili baila en un club nocturno una canción de Diana Ross que era un éxito en ese momento. Lili tiene sus ojos cerrados, y los espectadores podemos sentir el deseo con el que ella está tratando de vivir su vida. Es un esfuerzo maldito y triste de ver, porque todos hemos estado en ese lugar; la adultez significa, en algún sentido, dejar de creer en Papá Noel.

[Mick LaSalle, Chronicle Movie Critic, extraído de www.sfgate.com]



Basada en las memorias de Elisabeth Fanger “Cuando tenía 19”, el extraordinario film de Benoit Jacquot revela a Lili en cada una de sus partes, mayormente sin palabras. Focalizando en su rostro extremadamente sensual o tomada en particulares planos generales, el blanco y negro de Caroline Champetier es a la vez suave y evocativo, realista e inspirado. Una serie de breves imágenes completan la introducción de la rutina de Lili: se aburre en la clase de dibujo, va con su amiga al encuentro de un par de chicos, se meten en un bar para comer sándwiches. Y aquí, la vida de Lili cambia. Descubriendo al hermoso marroquí Bada en el otro lado del salón, ella se vuelve loca. Sus ojos se suavizan, su columna adopta una posición más sensual: ella ha elegido a su objeto de deseo. Emprende la misión, se lo encuentra nuevamente y, para cuando está bailando con él en un club nocturno algunos días después, está clarísimo que Lili ha conseguido lo que buscaba, al menos lo que por el momento puede imaginar.

Es fácil ver la mutua atracción entre Lili y Bada: igualmente hermosos y pasivos, también son exóticos el uno para el otro. Ella es rubia y especial; él tiene una juventud andrógina, misteriosamente musulmán, tal vez hasta algo rústico. El sexo entre ellos es franco, sin demasiadas complicaciones. Bada la busca en la escuela y luego le compra un interesante brazalete con una importante cantidad de dinero. El tiempo de ellos parece distinto, pero se acomoda orgánicamente a los tiempos de ambos. “No sé si esto era la vida real”, dice Lili en la voz en off.

Cuando Bada llama una noche, le dice que debe despedirse; está en un banco, donde junto a un cómplice están tomando rehenes. La policía los rodea, un par de personas están muertas y le promete que tratará de llamarla nuevamente. La sorpresa de Lili apenas se refleja en su rostro. “¿Estás loco?”, le pregunta, luego prende la televisión para confirmar la historia que Bada le ha contado.

Las posibilidades de Lili ahora emergen directamente de lo que hemos visto los espectadores sobre la monotonía de su vida. La película sugiere que ella solo es producto de la inexperiencia y de algo de irresponsabilidad, pero no es que no intente ser razonable o pensar en lo que hace. Escondiendo a Bada y a su amigo en su cuarto la noche del crimen, Lili los mira dormir, luego nota el bolso repleto de dinero; cuando apenas lo abre para mirar adentro, la cámara toma su mirada, se acerca al cierre y escucha el ruido de los billetes.

El asunto es que Lili no tiene idea de lo que quiere. Tal vez sea aventura, tal vez sea a Bada... Tal vez solo es que no quiere vivir en París y no quiere ir a la escuela de arte. Ciertamente, el film evoca a films de la Nouvelle Vague u otros films de parejas que huyen como Mala tierra (Badlands, Terrence Malick, 1973), especialmente cuando la voz en off de Lili reflexiona sobre su novio –casualmente- homicida. Cuando Bada comienza a advertir que tanto él como Alain, su compañero, son ahora “asesinos”, Lili lo presiona para que le dé detalles para asumir su culpa.

Al tiempo que ella nunca encuentra lenguaje para su experiencia, aparece poco a poco la emergente comprensión de Lili en la pantalla: en cuadros dinámicos o estáticos ella está mayormente silenciosa, exquisitamente lánguida. Su gradual autoconciencia aparece cuando se encuentra de repente abandonada por sus amigos. Pero aun en este momento, cuando su vida vuelve a cambiar abruptamente, este sublime film mantiene la tensión, con una perspectiva siempre interesante. Ya sea que Lili encuentre o no la manera de crecer, está abierta a la pregunta. La película ofrece todo tipo de miradas al interior y a los intrincantes caminos de la desilusión y el deseo.

[Cynthia Fuchs, extraído de www.popmatters.com]



Es consecuente que Isild Le Besco, la heroína “pseudomarginal” de Hasta pronto, la nueva película de Benoît Jacquot inspirada en los films -y para amantes- de la Nouvelle vague, comience como una estudiante de arte, porque todo sobre ella es una tela en blanco deseosa de ser pintada. Cuando sus ojos cansados –Jacquot, que descubrió a Le Besco para Sade (2000), hace films como si fueran monumentos para mujeres hermosas- ven a un joven guapo de piel morena, ella parece inmediatamente preparada para comenzar la aventura. Jacquot ha citado Bonnie and Clyde (Arthur Penn, 1967) y Mala tierra (Badlands, Terrence Malick, 1973) como sus pilares, pero focaliza tan intensamente en la pasiva heroína que podría pensarse que al film le falta algo de la energía propulsiva de aquellos films clásicos. El punto está en que para Le Besco, sin embargo, todo el asunto parece un juego, una aventura.

Basada en hechos reales, Hasta pronto revela la seducción de la vida criminal, siendo algo como un “Síndrome Estocolmo” para Le Besco, cuya maleabilidad la convierte tanto en vulnerable para el amor, como para la inconsciencia y la aventura alocada.

Las constantes necesidades y deseos de Le Besco fueron la clave de Sade, en la que ella interpretaba a una de las compañeras voluntarias del marqués, pero también la hacen menos accesible que fetiches anteriores de Jacquot como Virgine Ledoyen (La fille seule, 1995) y Sandrine Kiberlain (Le septième ciel, 1997). Ella actúa adaptándose a las diferentes situaciones de la película: desinhibida y sexy cuando las cosas van bien, y casi oscura cuando la realidad empieza a absorberlos y la situación finalmente alcanza momentos difíciles.


[Scott Tobias, extraído de dewww.avclub.com]

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