Por JUAN PEDRO QUIÑONERO
Obra enigmática y muy mayor…
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Adieu au langage, la obra última de Jean-Luc Godard.
Que no es una “película” -como no son películas muchas otras de las obras de Godard. Adieu au langage es un ensayo ¿fotográfico? ¿cinematográfico?
Godard insiste en ese punto, de entrada, recordando expresamente el Archipiélago Gulag, la “novela” de Aleksandr Solzhenitsyn, que califica su libro de “ensayo de investigación literaria”.
Godard cita a Solzhenitsyn con dos objetivos: definir el género de su obra; y definir su campo de trabajo. Solzhenitsyn se propone analizar el funcionamiento de la industria penitenciaria, el funcionamiento económico / industrial del campo de concentración comunista.
Godard establece una relación entre el funcionamiento económico de los campos de concentración nazis y comunistas y la gran factoría de las sociedades industriales avanzadas. Paralelismo establecido de manera canónica por Jünger en sus ensayos sobre la movilización total y el Trabajador.
Godard ha citado en muchas ocasiones a Jünger. Vuelve a recordarlo expresamente y de manera elíptica: a través de velados homenajes al Melville de Le silence de la mer.
A partir de esa matriz histórica, económica y política de nuestras sociedades industriales avanzadas, Godard recuerda y dialoga, entre otros, con Clifford D. Simak, Jacques Ellul, Samuel Beckett, Saint-Just, Nicolas de Staël, Naipaul, Jean Anouilh, George Sand, Otto Rank, Valery, Nietzsche, Maurice Blanchot, los Evangelios, Victor Hugo, Aragon, Mary Shelley, el Dostoievski de Los endemoniados, la matriz nihilista del terrorismo político moderno.
Esas referencias -entre otras que olvido o se me escapan- acompañan la reflexión visual (artística, fotográfica, cinematográfica) que Godard inicia de este modo: “Comencemos por el principio”, para aludir expresamente a El origen del mundo, de Courbet.
Esa relación fundacional entre sexo, amor, lenguaje e historia remonta al primer Godard. “En el fondo, solo se trata de amar o morir”.
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Bras de Seine, près de Giverny, 1897.
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Adieu au langage quizá culmine evocando a Monet, comentado por Proust. No sin cierta ironía sarcástica, dirigida a la ignorancia de los críticos, Godard atribuye a Monet una cita de Proust comentando la obra de Monet:
“Quand, le soleil perçant déjà, la rivière dort encore dans les songes du brouillard, nous ne la voyons pas plus qu’elle ne se voit elle-même. Ici c’est déjà la rivière, mais là la vue est arrêtée, on ne voit plus rien que le néant, une brume qui empêche qu’on ne voie plus loin. A cet endroit de la toile, peindre ni ce qu’on voit parce qu’on ne voit plus rien, ni ce qu’on ne voit pas puisqu’on ne doit peindre que ce qu’on voit, mais peindre qu’on ne voit pas, que la défaillance de l’œil qui ne peut pas voguer sur le brouillard lui soit infligée sur la toile comme sur la rivière, c’est bien beau.” El narrador de Jean Sateuil comenta una obra de Monet, Bras de Seine, près de Giverny, 1897.
Las negritas son mías.
Ese tormento del artista, el creador de nuestro tiempo, contemplando el ocaso de la civilización europea, víctima de las nubes tóxicas que destruyen sus fundamentos, socavando sus lenguajes y su vida espiritual, quizá hable de los amenazados oficios del pintor, el fotógrafo, el cineasta, el creador, en unas sociedades descerebradas por las industrias de la incomunicación audiovisual.
[Fuente: www.unatemporadaenelinfierno.net]


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