El poeta, ganador del mayor reconocimiento de las letras hispánicas, afirma que viajará a España para recoger el galardón si la salud se lo permite
Rafael Cadenas en una imagen de archivo de 2017.
Escrito por Fernando Díaz de Quijano
Al otro lado del teléfono y del Atlántico, la gratitud y el cansancio se intuyen en la voz de Rafael Cadenas (Barquisimeto, 1930) a partes iguales. Recibió una primera llamada este jueves en la que le comunicaron que era el nuevo galardonado con el Premio Cervantes. "Estoy muy contento, claro. Yo era un candidato desde hace unos años, pero fue una sorpresa cuando me llamó alguien ayer para darme la noticia", dice. Sería desde el Ministerio de Cultura de España, apuntamos. "Me imagino, yo no pregunté", confiesa el poeta, y echa a reír. "Quedé atónito, casi no podía hablar, aún estoy tratando de recuperarme", se excusa acto seguido.
Desde entonces su teléfono no ha parado de sonar para felicitarle. "He recibido muchísimas llamadas, de todas partes, porque ya sabe que los venezolanos estamos regados por muchos países", dice.
Pero él no. Cadenas permanece en Venezuela a pesar de todo, viviendo desde hace años un exilio interior, que se suma al que le llevó a vivir cuatro años en Trinidad en los años 50, en tiempos del dictador Marcos Pérez, por participar en una huelga estudiantil. Aunque él prefiere definirse como "retirado", y recalca varias veces que él ya no participa en la política. "Me limito a informarme a través de los medios de comunicación".
Comunista en su juventud y desencantado tras conocer los crímenes soviéticos, Cadenas viró en los años 60 hacia la socialdemocracia. Hoy es un símbolo de resistencia, humilde y sin aspavientos, contra el régimen bolivariano, de Chávez primero y hoy de Maduro.
El Gobierno venezolano no ha felicitado a Cadenas por haber ganado el premio más importante de la literatura en español. Solo el ministro de Exteriores, Carlos Faria, lanzó un mensaje de enhorabuena, reproduciendo algunas palabras del jurado, a través de Twitter, donde el poeta no tiene cuenta. "No he recibido felicitación, ni la espero. Yo tengo un desacuerdo con el régimen, pero tampoco estoy participando en política. Y respeto a las personas, yo no insulto a nadie", afirma.
Su reclusión de los últimos tiempos tiene más que ver con la pandemia y con su avanzada edad. "Salgo muy poco, estoy muy limitado en ese sentido. Suele acompañarme mi hijo o algún amigo o amiga, porque no quiero usar bastón. Ellos me sirven de apoyo", y se nota en su tono que no se refiere solo a una cuestión física o de logística. La alegría del premio la ha compartido con ellos y con una nieta que le acompaña.
No obstante, y aunque su voz fatigada y con amplios silencios le contradice, el poeta dice sentirse "bien en general, aunque con los achaques propios de la edad". De modo que no descarta venir en abril del año que viene a España para recoger el Premio Cervantes. "Eso depende de cómo esté entonces. Si me siento bien, voy, claro".
Pregunta. El fallo del jurado alaba que su poesía "es a la vez mística y terrenal". O sea, sencilla y a la vez trascendente. ¿Se reconoce en esa definición?
Respuesta. No he leído el texto del veredicto, entonces no puedo opinar mucho, pero algo central en mí es que no veo diferencia entre lo ordinario y lo extraordinario. Desdeñamos lo ordinario por buscar lo extraordinario, eso lo he dicho varias veces a lo largo de mi trayectoria. Y eso está presente en lo que yo escribo.
P. Los ganadores del Premio Cervantes suelen hacer alusión al autor del Quijote en sus discursos. ¿Cuál es su relación con él? ¿La lectura de sus obras ha sido importante para usted?
R. Claro. Yo lo leí cuando tenía unos 14 años. Y después volví a leer no solo el Quijote, sino casi toda su obra. Hay un libro de María Teresa León con un título muy interesante: Cervantes, el solado que nos enseñó a hablar. Me sorprende que un soldado tuviera esa asombrosa capacidad para escribir todo lo que escribió.
P. ¿Qué supone recibir un premio de semejante cuantía, 125.000 euros, en un país tan empobrecido como Venezuela?
R. Nosotros somos, digamos, de clase media pobre. Estamos muy limitados económicamente, de manera que este premio nos va a servir para seguir sobreviviendo. Lo mismo ha pasado con los otros premios que he recibido.
P. ¿Sigue escribiendo?
R. Sobre todo estoy revisando muchos textos, charlas, aforismos, que no se publicaron, un poco por descuido. Son materiales viejos. Estoy tratando de revisarlos, ordenarlos y publicarlos. Y a veces escribo, no solo poesía, sino otras formas como contestaciones y dichos, que son aforismos.
P. ¿Cómo ve el presente y el futuro de Venezuela?
R. Un enigma, realmente. Lo que sí observo es que en el mundo la democracia está muy amenazada por los totalitarismos. Uno creía que se habían superado, pero han resurgido.
P. ¿Cómo puede contribuir la poesía a mejorar la vida de un país o, al menos, de los individuos?
R. Yo creo que esa es una función que le toca más bien a la prosa. Yo soy un gustador de la prosa, me parece que es tan importante como la poesía. Me refiero a la buena o a la gran prosa.
P. ¿Y qué función otorga a la poesía?
R. La poesía es más indirecta. En cambio, con la prosa puede decirse todo.
[Foto: EFE/Cabalar - fuente: www.elespanol.com]
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