El signo de la conjunción inglesa nació en el siglo I a. de C., obra del primer taquígrafo de la historia
Imagen del programa Dani & Flo de Cuatro |
El canal Cuatro ha denominado uno de sus nuevos
programas Dani
& Flo, quizás para darle un toque
anglosajón y por tanto moderno y prestigioso. Sin embargo, el signo “&”
nació en el siglo I antes de Cristo y lo inventó un romano a quien se considera
el primer taquígrafo de la historia: el secretario de Cicerón.
Se llamaba Tirón, y tenía la condición de esclavo.
Esclavo pero notario (porque tomaba notas para reflejar fielmente algo, que de
ahí viene nuestra palabra). Se dedicaba sobre todo a dar fe de los discursos
del senador romano, y a tal efecto creó un sistema de unas mil fórmulas que
resumían en rasgos simples los grupos de letras y las locuciones más usuales en
latín. En uno de esos abreviamientos, Tirón redujo la palabra “et” (“y”)
juntando en un solo trazo la e y
la t para no levantar el puño de la mesa. El signo correspondiente,
“&”, lo compuso a partir de una e redonda (similar a la del símbolo del euro)
prolongada en una t inclinada.
Para los escribas, un gran avance; sobre todo cuando usaban la letra gótica.
Cicerón le quedó muy agradecido por la eficacia de su taquigrafía
y le dio la condición de liberto (sin que dejara de seguir a su servicio). A
partir de entonces, el notario se llamó Marco Tulio Tirón, tras adoptar el
nombre de pila de su jefe.
El signo “&” se extendió luego a otros idiomas en
los cuales resumía dos o tres letras en un solo rasgo, como sucede en inglés o
alemán (en los que “y” se escribe “and” y “und”).
Por su parte, el Diccionario académico español de 1791
acogió el signo “&” para sustituir a “etcétera” (con una c añadida: &c, a fin de significar et y cétera). La c se
caerá después, en la edición de 1884, y el símbolo “&” se mantendrá
solitario hasta 1984, si bien desde 1843 se le añade en esa entrada la
alternativa etc., que acabaría imponiéndose. Algunas gramáticas
académicas incluyeron también el abreviamiento “&”, designado con el nombre
“et” (lo he verificado en las de 1900 y 1920) pero ya con el significado
primigenio de “y”. Todo lo cual no impedía que el signo apenas se emplease en
español, porque carecía de sentido sustituir y por &, o escribir &c en vez de etc., al tratarse de rasgos más difíciles de trazar.
Sin embargo, todavía alcanza a aparecer “&” en la Ortografía de 1999, para morir por fin en la de 2010. (José
Martínez de Sousa, Ortografía y ortotipografía del español actual, 2004. Página 446).
Los diccionarios ingleses incluyen desde 1830 el
símbolo “&” con el nombre “ampersand”. En las cantinelas de los estudiantes
de entonces se cerraba el abecedario con un “and, per se, and” (“y, por sí
mismo, &”). Se trataba de una letra que sólo servía per se, es decir, que no se podía contar con ella para
formar ninguna otra palabra: siempre iba sola. Y ese recitado que terminaba en
“and, per se, and” derivó en el nombre “ampersand”.
Y de ahí lo copiamos ahora, frente al sabio abandono
que le propinaron nuestros antepasados. Así que cuando el genitivo sajón, que
se quiso elitista, se ha desprestigiado ya por su extensión a todo tipo de
negocios (Ernesto’s
bar y similares), cobra fuerza en su
lugar este signo inútil; aplicado también con la intención de que abrillante
destacadas marcas españolas, como “tarjeta Renfe & tú”, “Vittorio &
Lucchino”, “Devota & Lomba” o “Durán & Durán, abogados”. Pero quizás el
efecto se desvanezca de nuevo si vienen detrás “Eduviges & Manolo,
peluquería” o “Ruiz & Gutiérrez, frutas y hortalizas”.
[Fuente: www.elpais.com]
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