Por Graciela Melgarejo
Por los años setenta y ochenta se había puesto de moda, por lo menos en la ciudad de Buenos Aires, usar afiches (o posters) para decorar los cuartos, y no solo los de los adolescentes. Incluso, existía un negocio que se llamaba Posters del Tiempo, sobre la calle Florida y, más tarde, también sobre Corrientes casi Suipacha. De esa época, quien esto escribe recuerda uno en particular, muy gracioso: un chimpancé, desconsolado, se rascaba la cabeza; debajo, la frase era algo así como: "Ahora que aprendí todas las respuestas me cambiaron todas las preguntas".
Cuántas veces nos sucede algo parecido en temas del idioma: con gran estupor comprobamos que lo que hasta ayer se escribía o se decía de determinada manera ha cambiado ahora, y nadie nos avisó oportunamente. Por ejemplo, algunos lectores manifestaron su asombro por que la Academia Norteamericana de la Lengua (ANLE) se llame así, "norteamericana", y objetaron que no se la hubiera bautizado como "estadounidense". Sin embargo, en el Diccionario Panhispánico de Dudas, ya en la primera edición y ahora también en línea, en la entrada Norteamérica, en el apartado 3, se advierte que "aunque el gentilicio norteamericano designa, en rigor, a los habitantes de toda América del Norte, se usa corrientemente como sinónimo de estadounidense". Y desde allí se remite a otra entrada, Estados Unidos, 4.
En el apartado 4 de la entrada sugerida (completa, en http://bit.ly/1sESsS0) se vuelve sobre el tema: "Está muy generalizado, y resulta aceptable, el uso de norteamericano como sinónimo de estadounidense, ya que, aunque en rigor el término norteamericano podría usarse igualmente en alusión a los habitantes de cualquiera de los países de América del Norte o Norteamérica, se aplica corrientemente a los habitantes de los Estados Unidos. Pero debe evitarse el empleo de americano para referirse exclusivamente a los habitantes de los Estados Unidos, uso abusivo que se explica por el hecho de que los estadounidenses utilizan a menudo el nombre abreviado América (en inglés, sin tilde) para referirse a su país. No debe olvidarse que América es el nombre de todo el continente y son americanos todos los que lo habitan".
De manera que los académicos de la ANLE no se han equivocado en nada, además de hacer punta de lanza, luchando para que el "español de los EE.UU." sea considerado por todos justamente como eso: "español de los EE.UU.", una variedad más, análoga al español de la Argentina, de México, de Perú y del resto de los países hispanohablantes.
Y a propósito de la ANLE, ya está en la Argentina uno de sus miembros de número y presidente de la sede en Washington DC, el reconocido poeta argentino Luis Alberto Ambroggio, que reside en los Estados Unidos desde 1967. El viernes próximo presentará el libro Todos somos Whitman, el jardín de los vientos (obra poética 1974-2014) en la sala Juan L. Ortiz de la Biblioteca Nacional. Entre otros integrantes del panel, estarán el poeta y académico Antonio Requeni y la escritora y crítica literaria María Rosa Lojo. Una oportunidad más para acercarse al uso del español, poético en este caso, en las tierras del Norte.
[Fuente: www.lanacion.com.ar]
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