Supongo que todos nosotros hemos sufrido desengaños con el séptimo arte. Alguna vez, al menos, habremos acudido al cine de nuestro barrio con la intención de ver una comedia que no consiguió hacernos gracia por su adaptación. Ocurre con relativa frecuencia. Probablemente también hayamos descubierto que alguno de esos personajes, que considerábamos huecos y poco logrados en su traducción, resultó tener una profundidad y unas ocurrencias imprevistas al compararlo con su original. Esto de ser traductor lo vuelve a uno muy exigente y metódico, en especial en lo que a las comedias se refiere. Y es que, precisamente, el género humorístico ya no nos hace disfrutar de igual manera yendo a las películas. Nuestra diversión ahora consiste en buscar el gag original detrás de cada chiste.
Hace bastantes años que me intereso por este tema y, en este tiempo, he conocido a muchos cinéfilos que defienden incuestionablemente la versión original y culpan a nuestra tradición dobladora de las dificultades que tenemos a la hora de aprender correctamente lenguas extranjeras; asimismo, una gran mayoría del público español defiende a las escuelas de doblaje patrias y las tiene de entre las mejores del mundo. Parece que en esto de la traducción todo el mundo tiene una opinión tajante y argumentos sólidos para ella. Y si no que le pregunten a Ana Botella. Mi idea con este post tampoco era entrar en el eterno debate sobre la superioridad de una modalidad sobre otra o su debida generalización en los medios audiovisuales, porque al formar parte de este gremio solo me queda ser ecuánime. El verdadero objetivo que busco es, más bien, hablaros un poco sobre el humor audiovisual, cómo traducirlo y la repercusión que pueden tener la línea que haya seguido el traductor previo para los personajes y su evolución.
Antes de comenzar, intentaremos establecer una definición más o menos abierta del humor «genérico», si es que esto existe. ¿En qué consiste algo tan sencillo e innato como difícilmente explicable?
Si no queremos lanzarnos de lleno al vacío de la literatura secundaria, podemos intentar comprender este concepto abstracto por medio de la definición que encontramos en el DRAE: El humor sería «el modo de presentar, enjuiciar o comentar la realidad, resaltando el lado cómico, risueño o ridículo de las cosas».
Pues bien, al asumir estas palabras desde una perspectiva completamente semántica, dejaríamos de lado la subjetividad del humor en sí. ¿Qué es lo cómico, risueño o ridículo de las cosas? Esta definición elimina dos de sus elementos principales; uno social y uno íntimo. El porqué de este enfoque podemos verlo ejemplificado en una situación que va ganando cotidianidad rápidamente; cualquier hijo de vecino con capacidad para hablar en una lengua extranjera perece en el intento de trasladar, incluso con un buen nivel de esta, un chiste a sus amigos extranjeros, que sonríen por educación y pasan rápidamente a un nuevo tema. Este hecho, sin embargo, no ocurre en cualquier situación de la misma manera. Además, puede darse el caso contrario; que los elementos culturales que resultan razonables en un país concreto terminen por despertar carcajadas en otro o que, simplemente, dependiendo del sentido del humor que posea el receptor del acto humorístico y de su conocimiento de otras sociedades, éste pueda engullirlo, asimilarlo e incluso extraer la esencia de la broma, riendo como uno más. Como podemos apreciar, este campo se convierte en un yermo inabarcable si desplegamos toda su casuística.
Tras esto, llegamos a la respuesta que todos lleváis esperando desde que empecé la entrada: la fórmula perfecta para traducir humor y conseguir el efecto esperado en la cultura meta. Y es aquí, queridos lectores, cuando tengo que reconocer que os he confundido desde el principio. No existe una técnica legítima para traducir cualquier tipo de humor con todos los matices y originalidades que esto conlleva. Os pondré un ejemplo extremo y soez…
Jesus
All right. I’ll build a
stage. Lao Tse, use mind control to get a huge audience. Buddha and
Smith, use powers to find a band. Seaman, you and Swallow go get us
sushi for dinner.
Sea-Man
It’s Sea-Man and Swallow.
Jesus
Okay, Seaman, you guys head off!
Sea-Man
Fine! Swallow, come.
Moses
Heh heh heheheh. No way he just said that.
Para los menos avispados, esta broma es fonética y hace referencia a la similitud entre la palabra semen, homónima en inglés, y Sea-man (un superhéroe sacado de la manga de Trey Parker y Matt Stone para crear y ejecutar el acto cómico). Esto no presentaría tanta dificultad de traducción si no fuese por Swallow, la golondrina que acompaña siempre a Sea-man. Esta palabra también puede traducirse por «tragar», pero el chiste no termina ahí. Más adelante, Sea-man grita «Swallow, come», lo que puede interpretarse con una doble polisemia: «Ven, Swallow» o «Traga semen» (el verbo to come es utilizado clásicamente en inglés para referirse al acto de eyacular).
¿Se os ocurre alguna idea para traducirlo? Siendo sincero, me resulta prácticamente imposible trasvasar el sentido completo de la broma a otro idioma. Y todo esto sin contar con que Swallow no se haya traducido erróneamente por «golondrina» en los capítulos anteriores. Ante una situación así, solo nos queda reinventar el chiste o tirar por la borda el trabajo anteriormente publicado, adaptando esta sutileza y cambiando el nombre original del personaje. A la espera estoy de vuestras propuestas en los comentarios.
En cualquier caso, la traducción de humor audiovisual es la vía a través de la cual el traductor consigue sacar un poco de su genio creativo y puede adaptar elementos típicos (en ocasiones intraducibles) a situaciones que se hacen cotidianas para los que visionarán el producto final en su lengua madre.
En las próximas entradas hablaremos sobre traducción y genio y sobre las diferentes formas de traducir que se han tomado a lo largo de la no tan extensa historia del cine. ¡Salud y hasta la próxima!
[Fuente: www.traidlation.com]
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