La historia del diplomático que dedicó su vida a salvar personas durante la Shoá y hoy es reconocido por Yad Vashem.
Souza Dantas |
Lamentablemente los países latinoamericanos tuvieron escasos diplomáticos que asistieron a las víctimas del régimen nazi. Entre este pequeño y noble colectivo se destaca el quehacer del diplomático brasileño Luis Martins de Souza Dantas, de quien en estos días se cumplieron 68 años de su fallecimiento.
Souza Dantas nació en Río de Janeiro el 17 de febrero de 1876 en el seno de un familia tradicional que a la sazón mantuvo buenas relaciones con la monarquía brasileña.
Con apenas 21 años se gradúa como abogado y posteriormente y ya en la etapa republicana se incorpora al Ministerio de Relaciones Exteriores de Brasil. Sirvió a su país en Suiza, Argentina, Italia, así como en la Unión Soviética. Durante la Primera Guerra Mundial se desempeñó en calidad de ministro interino de Relaciones Exteriores de Brasil e integró la delegación de su país a la Conferencia de Paz celebrada en París en 1919.
Posteriormente es designado embajador de Brasil en Francia y también en Vichy durante la ocupación nazi, cargo que detentó desde 1922 hasta 1944, y desde 1931 se convierte en el decano del cuerpo diplomático acreditado en París. Paralelamente entre 1924 y 1926 se desempeña en calidad de representante de Brasil ante la Sociedad de Naciones, organismo que precedió a las Naciones Unidas de nuestros días.
En 1940 y animado por «un sentido cristiano de misericordia» -según sus propias palabras- Souza Dantas promueve y obtiene la autorización de sus superiores para el otorgamiento de un número limitado de visas para ciudadanos franceses. Interviene directamente en esta tarea, no siempre ajustada a las formalidades requeridas, de tal suerte que otorga numerosas visas que no solo beneficiaron a ciudadanos judíos sino también a comunistas, homosexuales y a todo colectivo perseguido por el nazismo.
Entre junio de 1940 y el 12 de diciembre del mismo año, Souza Dantas recibe instrucciones de su gobierno de cesar de emitir nuevas visas, así como permisos de inmigración. Hasta esa fecha ya se habían expedido y entregado unas 500 visas de salvataje.
Según señala el doctor Lauro Arruda Camara Filho analizando la trayectoria de Souza Dantas, desde 1930 Brasil adoptó una serie de medidas y exigencias que en aquellas circunstancias los migrantes de la «raza semita» no podían cumplir de ningún modo y que apuntaban a impedir de hecho el acceso a su territorio. En círculos gubernamentales e intelectuales de Brasil, los judíos fueron considerados un colectivo indeseable. Aun así, continuaron llegando y radicándose en Brasil. En 1930 residían en Brasil 40.000 judíos, mientras que en 1940 su número alcanzó a 55.000.
Inclusive después de haber recibido las antedichas instrucciones y hasta bien entrado el año 1941, Souza Dantas continuó emitiendo visas retroactivas, es decir, previo al 12 de diciembre de 1940, a sabiendas de la ilegalidad de sus acciones y proceder y de los perjuicios que le podía acarrear. Actuó únicamente animado por sus convicciones democráticas y mero altruismo, nunca buscó o requirió remuneración o beneficio alguno.
En misiva dirigida al ministro de Relaciones Exteriores de Brasil, Osvaldo Aranha, Souza Dantas precisó que los campos instalados por los nazis eran una suerte del Infierno de Dante en los cuales los judíos eran esclavos y exterminados.
En 1941, Souza Dantas intervino personalmente para salvar la vida de los pasajeros del navío Alsina mediante visas falsificadas. El bloque naval británico impidió a los pasajeros arribar a Senegal, de tal suerte que estuvieron varados durante 4 meses hasta que el buque fue desviado a Casablanca. Souza Dantas se encargó de renovar las antedichas visas vencidas y finalmente los pasajeros judíos pudieron continuar camino salvándose y radicándose en Brasil.
Por su quehacer y denunciado por sus propios colegas, Souza Dantas fue convocado a Brasil por el presidente Getulio Vargas y sometido a un juicio administrativo por «la irregularidad de sus acciones». Pese a ser encontrado culpable por trasgredir la ley brasileña de inmigración, pudo evitar la pertinente sanción gracias a un tecnicismo.
Entre las numerosas personas que le deben la vida, cabe mencionar al extinto banquero y diplomático Félix Rohatyn, quien en aquella época era apenas un niño. Posteriormente Rohatyn cobró notoriedad mundial al haber salvado a la ciudad de Nueva York de la bancarrota y por los años en los cuales se desempeñó como embajador de Estados Unidos en París.
En el año 2003 la Fundación Internacional Raoul Wallenberg realizó una ceremonia en la ciudad de Nueva York en la cual se rindió un merecido homenaje a Luis Martins de Sousa Dantas, así como al diplomático portugués Aristides de Souza Mendes, quien igualmente salvó a numerosos judíos durante la Segunda Guerra Mundial. En este homenaje Rohaytan describió cómo fue salvado por este noble brasileño.
Posteriormente Souza Dantas fue de hecho rehabilitado por el Gobierno brasileño. El 21 de diciembre de 1944 el presidente Getulio Vargas inscribió su nombre en el Libro de Honor Nacional. Pese a que se había retirado del quehacer diplomático, fue invitado por el Gobierno para encabezar y presidir la delegación brasileña a la primera reunión celebrada por la Asamblea General de las Naciones Unidas.
Después de la guerra, Souza Dantas pasó la mayor parte del tiempo en París y falleció el 16 de abril de 1954 sin dejar descendiente alguno. El 10 de diciembre de 2003 fue reconocido póstumamente como Justo entre las Naciones por el Instituto Yad Vashem de Jerusalén. El doctor Fabio Koifman ha escrito una biografía de este héroe brasileño rotulada Quixote nas Trevas (Quijote en la oscuridad) e igualmente colaboró en un capítulo de un libro coeditado por la Embajada de Brasil en Londres y la Fundación Wallenberg. En el año 2018, Globo Filmes lanzó la película rotulada «Querido Embajador » basada precisamente en el libro Quijote en la oscuridad.
[Foto: Yad Vashem - fuente: www.aurora-israel.co.il]
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