Ya hace cuatro años fue pionero en su materia al registrar el
léxico que emplean gais y lesbianas. Ahora Félix Rodríguez, catedrático de
Filología Inglesa de la Universidad de Alicante, ha publicado el 'Diccionario
del sexo y el erotismo' (Alianza Editorial), en el que se adentra en un mundo
más explorado por la lexicografía aunque no por ello fácil de abarcar. Con un
afán exhaustivo, el lingüista ha hecho un registro de voces tan pormenorizado
que su obra consta de más de mil páginas y unas 6.200 voces. El del sexo es un
campo semántico que se renueva tan rápidamente que hay que estar atento para
recoger las expresiones del argot y sortear los tabúes que entraña la materia.
Félix Rodríguez ha buceado en el magma que representa Internet en busca de
acepciones desconocidas y ha salido airoso del empeño. De la imaginación de los
hablantes para crear nuevos términos sexuales da fe este diccionario, aunque
también Rodríguez confirma el acta de defunción de algunas palabras, como el de
'mujer pública' para referirse a la prostituta.
PREGUNTA: Muchas
expresiones y locuciones están preñadas de humor. ¿El léxico erótico es propenso
a la comicidad?
RESPUESTA: Sí, porque el léxico erótico tiene un gran componente de
argot, y la motivación del argot, cuando no es críptica, suele basarse mucho en
el humor, por lo que son frecuentes los juegos verbales, basados en la rima y en
la búsqueda de imágenes creativas e ingeniosas, como para sorprender a los
amigos y demás interlocutores. Una expresión como 'gaviota', empleada para
referirse a una prostituta que presta servicios sexuales a marineros, y usada en
el pasado para referirse a las que "seguían" a la Flota Norteamericana del
Mediterráneo, de puerto en puerto, es una metáfora muy plástica y expresiva. Y
no menos cómicas e imaginativas resultan otras más recientes, como 'casquillo' y
'bombilla', empleadas por algunos jóvenes extremeños para aludir a los órganos
genitales femenino y masculino, pues de su unión resulta la llama que enciende
la pasión amorosa.
P: ¿Internet es un
filón del vocabulario erótico?
R: Sí, porque el mayor aporte al vocabulario erótico, como ocurre
con el argot en general, proviene de los jóvenes. Y ellos son los que tienen más
tiempo de ocio y están más inmersos en la cultura digital, convirtiéndose en
usuarios habituales, cuando no adictos, a foros y blogs donde expresan de forma
más libre y espontánea sus emociones y sus obsesiones relativas al sexo. Además,
la proliferación de anuncios de contactos, tanto de jóvenes y adultos, es
estimulada por la condición del anonimato de sus autores, lo que contribuye a un
argot sexual más imaginativo al tiempo que se nutre con expresiones picantes y
soeces.
P: ¿Hay algún
neologismo que haya tenido especial fortuna en estos últimos años?
R: Sí, sí, claro, por ejemplo 'follamigo/a' y su precursor 'amigo/a
con derecho a roce' son testimonio de una época reciente en la que se palpan
mayores libertades en el campo del sexo. Asimismo, 'toy boy' y '(mujer)
pantera', 'puma' (o en expresión inglesa, 'cougar') reflejan la desinhibición
creciente sobre todo de la mujer ante el emparejamiento con jóvenes muy por
debajo de su edad, un hecho insólito y no muy bien visto en el pasado.
P: ¿Ha abandonado el
diccionario de la RAE la pudibundez que se le atribuía hace unos años?
R: Los diccionarios generales, incluido el Diccionario de la Real
Academia Española (DRAE), cada vez son más receptivos a los nuevos tiempos y en
consecuencia dan entrada a un mayor número de voces que expresan conceptos
tabuizados, tipificándolas con las marcas de vulg. ('vulgar'), jerg. ('jergal'),
despect. ('despectivo') y malson. ('malsonante'), según los casos. Baste citar
como testimonio, por ejemplo, el que entre las designaciones de la
homosexualidad femenina, un léxico referido a un grupo social fuertemente
estigmatizado, figuran 'bollera' y 'tortillera' como sinónimos de "lesbiana" en
el DRAE-2001 mientras que su edición anterior, de 1992, no las recoge. Lo mismo
ocurre con voces como 'cunnilingus' y 'felación', incorporadas en la última
edición.
Delicadeza y
subterfugios
P: ¿Supongo que para
"pene", "vagina" y "acto sexual" habrá una infinidad de sinónimos difícil de
plasmar para un lexicógrafo?
R: Sí, la verdad es que sorprende el cúmulo creciente de voces y
expresiones utilizadas para tales conceptos, explicables porque sus hablantes
las utilizan con una doble motivación, aludiendo a ellas con delicadeza y
subterfugios verbales en forma de eufemismos, o bien haciendo gala de un
lenguaje soez y provocador. Así se explica que mi diccionario recoja más de 250
voces para "pene", más de 200 para "vagina", y más de 150 para "acto sexual".
Claro que esto me ha sido posible por tratarse de un diccionario especializado
donde he abordado el amplio campo del sexo y el erotismo de manera monográfica y
cuasi exhaustiva, mientras que a los diccionarios generales de la lengua, por
cuestiones de espacio y de metodología, no les sería permitido.
P: En el diccionario
académico 'puto' no tiene la acepción de prostituto, que sí aparece en el suyo.
¿Hay vestigios sexistas en el DRAE?
R: 'Puto' es una variante menos fina que 'prostituto', pero quizá
por herencia del pasado, se suele asociar con la homosexualidad, pero no de
manera exclusiva, como hace el DRAE. Hoy día las relaciones sexuales, tanto las
establecidas de manera legítima o legal, como las de tipo mercenario
(prostitución) suelen ser ambivalentes, sin distingos de orientación sexual. Por
eso, respondiendo a su pregunta, sí se observan vestigios sexistas en la
Academia cuando carga las tintas en una determinada dirección, homosexual o
heterosexual. Así, la "promiscuidad" es definida como 'convivencia con personas
de distintos sexo' y el "adulterio" como 'ayuntamiento carnal voluntario entre
persona casada y otra de distinto sexo que no sea su cónyuge'. Ni la orientación
ni el lenguaje utilizado son muy acertados, pues se impone una descripción más
aséptica y genérica, acorde con los tiempos actuales. Aunque la Academia ha
hecho tremendos esfuerzos por 'aggiornarse' y lo va consiguiendo progresivamente
en respuesta a voces que claman contra su tradicional sexismo, aún quedan
vestigios todavía más evidentes. Así, 'casquivana' en su edición 22 es 'mujer
que no tiene formalidad en su trato con el sexo masculino', cuando requiere una
referencia genérica, a ambos sexos, aunque en algún caso pueda señalarse a
continuación, como hace el 'Diccionario del Español Actual' (DEA) de Manuel
Seco, que frecuentemente se aplica a la mujer. Más llamativa es la acepción que
da a "callo" todavía en la edición 22, 'mujer muy fea', cuando puede comprobarse
que las mujeres también se refieren con ese epíteto a los hombres poco
agraciados.
P: ¿El lenguaje
erótico también sufre la infiltración de lo políticamente correcto? Por ejemplo,
cada vez más se utiliza el término de 'trabajadoras del sexo' para referirse a
las prostitutas.
R: A pesar de la mayor libertad en el campo del sexo en la época
actual, subsiste en muchas personas un sentimiento de pudor y delicadeza al
tratar estas cuestiones, de ahí la proliferación de expresiones políticamente
correctas, especialmente las alusivas a conceptos relacionados con la
orientación sexual y los derechos de la mujer. De este modo se imponen, sobre
todo en documentos escritos y en un contexto formal, términos más asépticos y
neutros como 'trabajadoras del sexo', pues 'prostituta' resulta demasiado
explícito en sus connotaciones. 'Trabajadoras del sexo' hace alusión al mundo
del trabajo, lo que le hace más aceptable para las personas progresistas que
abogan por la legalización de la prostitución, y es además más genérico e
inclusivo, pues comprende no sólo a las prostitutas, sino a todos cuantos
trabajan de algún modo en el oficio y en la industria del sexo, como la madama
que regenta un burdel, las actrices porno, las teleoperadoras de líneas
eróticas, 'strippers', etc. Y lo mismo ocurre con trabajadores del sexo, que
puede abarcar al proxeneta y al chapero, sin olvidar al más ennoblecido
'gigoló'.
Argot
homosexual
P: ¿Qué argots son
especialmente fecundos en la aportación de vocablos a su diccionario?
R: Llaman la atención la prostitución y el argot homosexual, tanto
el gay como el lésbico, pues, en la medida en que se han desenvuelto
tradicionalmente en un ambiente marginal y han sido y continúan siendo objeto de
tabú por parte de la sociedad biempensante, son muy dados a la creación de
nuevas palabras. También, dentro de áreas más convencionales, cabe señalar el
argot juvenil, especialmente el desarrollado en torno al tema de las relaciones
amorosas.
P: ¿Ha sido superado
el 'Diccionario Secreto' de Camilo J. Cela por otros autores?
R: El 'Diccionario Secreto', publicado en 2 tomos en 1968 y en
1971, es una obra que Cela llevó a cabo por su talante iconoclasta y provocador,
y en un contexto marcado por la dictadura y con los españoles hambrientos de
libertades, de manera destacada en el terreno sexual. El diccionario rompió
moldes en el panorama de la lexicografía, y, dado lo oportuno del momento y el
renombre del escritor, alcanzó en seguida una enorme difusión. Ahora bien, su
formato no resulta del todo manejable por incluir extensas comparaciones con
otras lenguas y estar ordenadas sus voces alfabética y conceptualmente al mismo
tiempo. Además, muchas de ellas son de uso hispanoamericano y tienen un sabor
literario y antiguo, por lo que no resulta del todo práctico para el lector
común. Y en cuanto a su autoría, ésta no fue única ya que contó con varios —que
yo sepa, al menos tres— inconfesados colaboradores. En cambio, el diccionario
que yo he elaborado, de manera individual, se refiere únicamente al español
peninsular de las últimas seis décadas, y con sus 6.200 voces ofrece la más
extensa y actualizada recopilación en torno al sexo, el erotismo y la sexualidad
en nuestra lengua, tal y como aparecen en los medios de comunicación y en el
habla diaria.
P: ¿El inglés
influye mucho en el campo semántico de lo erótico?
R: En las últimas décadas, conforme el inglés ha ido cobrando
arraigo como segunda lengua en los programas de enseñanza española, y reforzando
su papel como lengua franca en las comunicaciones internacionales, se ha dado
entrada a muchas expresiones en este campo. Unas veces, por el aura y la mayor
elegancia que confieren al lenguaje ('sex-shop', 'petting', y' stripper');
otras, por el manto eufemístico con que se cubren voces alusivas a conceptos
tabú ('spanking', 'swinger', 'topless'), al tratarse de una lengua con un
vocabulario de morfología más exótica y menos transparente para el hablante
común. Y además, en ambos casos suelen ser más breves que sus equivalentes
españolas.
[Fuente: www.diariosur.es]
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