sexta-feira, 28 de julho de 2017

Todo el resto es vida...


Escrito por MAURIZIO BAGATIN

Amo la disolvencia de las cosas, las disolvencias de los oficios y la disolvencia del hombre. Hay quien no ha tomado nunca un bus, un micro, un trufi… hay quien aún no se ha vuelto rico mientras se ha perdido un crepúsculo de Magritte, unas imágenes de Buñuel, unas palabras de Aragón; andando por calles desnutridas de humanidades, como unas caricaturas de Saúl Steinberg encuentras vidas como la del carpintero que hizo pasar por muerto su padre para evadir una cuenta, la del payaso multifacético que se hace maniquí para escaparse al cobrador, del agrónomo que ofrece pendrive musicales: ciertas fragmentaciones encierran y lucen tanta poesía que el oficio hecho de tanta genialidad vale la profesión más respetable.                                        

Todo el resto es vida.

Esta muchedumbre que a horas casi establecidas se lanza como si supiera adónde va, adonde está yendo, siempre a cualquier hora: entra a una iglesia y sale del gimnasio, cruzando avenidas sin alumbrado como sombras de un último espectáculo, como muñecas de porcelana, como Pierrot desempolvados. Todo se mueve, el tiempo se acopla con el espacio, eternamente.

En las farmacias se vende Coca-Cola (light), aceite de oliva (virgen) y a su lado OFF Family contra los zancudos, un abogado ha ampliado su buffet, se hacen fotocopias, anillado, mockochinchi y bolos a 1 Bs., en la vitrina de la imprenta, tal vez es camba su titular, he leído que hay gelatina de pata, el gallo catalán del parqueo canta, son las seis de la tarde.

Todo se parece cada vez más, el planeta se acerca a las voluntades del hombre, a las esperanzas de los miserables, a los sueños de los lunáticos, a los fracasos de cualquier traspié: a más miseria más alegría en las calles. Así las soledades y las compañías.                                                   

Todo el resto es vida.

Arremato el paso de flaneur, cafés, tiendas, autos, más tiendas, más autos, el comercio, todos estamos obligados en vender algo: una idea o un par de zapatos, unas palabras y una tongada de mentiras… al fin es el vil metal el más grande personaje de la historia. En la esquina hay siempre un ciego, un limosnero, un artista, un pajpaku, toda poesía que el hombre siembra en el asfalto para la única gota de esplendor posible. Seguimos engañándonos.                                                 

Todo el resto es vida.



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[Imagen: Saul Steinberg - fuente: sugieroleer.blogspot.com]

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