quarta-feira, 7 de junho de 2017

La cara oculta de la Luna ( Die dunkle Seite des Mondes )

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Sobre la novela del escritor suizo germanófono Martin Suter Die dunkle Seite des Mondes (algo así como “El lado oscuro de la luna”), cuya primera edición se publicó en Zurich en 2000, el director de cine y (sobre todo) televisión Stephan Rick ha realizado un muy endeble thriller que parece querer jugar con varios temas, y todos ellos los desaprovecha.

Un brillante abogado experto en fusiones. La que acaba de firmar se lleva por delante vida y hacienda de los absorbidos; eso parece hacer mella en él, y se ve compelido a buscar otras cosas al margen de su estandarizada vida, que va del trabajo a su esposa y viceversa; así conoce a una joven tirando a bohemia y a sus peculiares amigos; con ellos degusta un hongo psicotrópico que parece afectar de forma muy grave a su comportamiento con el resto de seres vivos de su entorno…

La cara oculta de la Luna parece a ratos un filme de denuncia contra las desalmadas (en el sentido de que no tienen alma, como es obvio) grandes corporaciones, capaces, según Suter en su libro y Rick en su película (y no hace falta que lo juren: nos lo creemos a pies juntillas…) de cualquier tropelía, incluido causar daños irreparables en sus clientes (recuerden la Talidomida), con tal de incrementar sus beneficios y seguir viviendo como el rajá de Kapurthala. A ratos también parece un thriller sobre los efectos psicodélicos de algunas sustancias, en este caso hongos, pero podrían ser igualmente pastillas, o drogas no sintéticas. También es un drama relacional, con los problemas del protagonista con su esposa y con su amante. Y hasta un drama de corte telúrico, con esa llamada de la Naturaleza al prota, ejemplificada en las escenas en las que un (bellísimo) lobo negro se le aparece y le guía por el bosque.

Pero todo eso son hilvanes deshilachados, apuntes que no llegan a ningún sitio, torpemente puestos en escena por un cineasta que, ciertamente, no es de los más competentes en su profesión. Su carrera está plagada de telefilmes y series televisivas, y ese es el “look”, con algo más (no mucho más) de prestancia fotográfica, de esta prescindible película, que ha tardado dos años en estrenarse en España y, ciertamente, se podía haber quedado inédita, que no hubiéramos perdido nada; más bien ganado: hora y media de nuestro tiempo.

Irritante como su rol protagonista, elemental hasta decir basta, estúpidamente maniqueo, sin margen alguno para la sutileza, encima de todo hay varias secuencias de maltrato animal que, aunque parecen simuladas, hacen pasar un mal rato, innecesariamente, a los que amamos a los animales (me gustaría pensar que en ese amor coincidimos todos los seres humanos: ingenuo que es uno…).

Moritz Bleibtreu es un actor que se desenvuelve con facilidad en muy diversos papeles, aunque parece le van mejor los villanos y los secundarios. Aquí es protagonista y malo y bueno a la vez, pero, mal dirigido, se le ve desnortado. Jürgen Prochnow, quizá el más internacional de los actores alemanes, rodando con asiduidad en Hollywood, presta su mirada hipnótica a un empresario sin entrañas, en un rol de villano que suele cultivar, aunque aquí se le nota que va con el piloto automático puesto.

Ciertamente es lamentable que nos lleguen estos malos productos con pinta de telefilme de sobremesa (sin serlo, que es lo peor), mientras tantas otras películas con mucho más interés se quedan por el camino.

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