El periodista Juan Cralos Diez se reunió con el gran músico a lo
largo de cinco años. De allí salió el hermoso libro "Martropía".
SPINETTA. “La música se parece más a un animal que al hombre", dijo en las charlas con Diez. |
Por Julieta Roffo
Luis Alberto Spinetta está en la cocina de su casa, en la calle Iberá. Elige especias de una mesa repleta de frascos y prepara un manjar. Compone y ensaya con una guitarra Samick coreana, pero no la usa sobre el escenario porque, dice, no tiene el “toque bien jazzero” que ese instrumento exige. En las zapadas vuelve a “sacar” los acordes de las canciones que compuso hace décadas y que ya no recuerda, pero que reinventa. Y si no, suenan Los Shakers o sus inventores, Los Beatles. No hay casualidad allí: para Spinetta, la banda uruguaya fue la gran banda, y los de Liverpool son los que desataron en él “la pasión por componer”.
Todo eso lo contó casi por completo el propio Spinetta en el libro Martropía (Aguilar), del periodista Juan Carlos Diez, que acaba de reeditarse y que compila unos cinco años de conversaciones más o menos semanales entre el autor y el músico y poeta que marcó el arte argentino para siempre. Fueron encuentros nocturnos, casi siempre en la casa del fundador de Pescado Rabioso en Villa Urquiza, que empezaron apenas se editó el disco Silver Sorgo, en 2001, y se extendieron por un lustro. “Eran noches de laburo intenso, hablabámos hasta la una, dos de la mañana. Eso sí: la reflexión se suspendía estrictamente para comer y para ver los partidos de River”. describe Diez.
“La música se parece más a un animal que al hombre (...) Tiene una animalidad, una cosa indomable. Por más que le escribamos o le combinemos lo que sea siempre abarca mucho más”, le dijo Spinetta a Diez en una de esas charlas. Y habló de su propia forma de crear: “Es importante que se me ocurra una canción y que tenga que seguirla porque me gusta, porque me parece original y puedo aportar algo dentro de mi colección de canciones (...) sé que mi misión es hacer buenos discos”. Entre las páginas del libro, se trasluce la historia de varias de las canciones que integran ese prolífico inventario, como cuando el poeta improvisó la letra de “Será que la canción llegó hasta el sol” para hacer dormir a sus hijos y a los de su amigo, el fotógrafo Eduardo “Dylan” Martí: “Les quise cantar una canción de cuna”, cuenta sobre esos versos inolvidables.
No fue el único puente artístico que tendió hacia sus cuatro hijos: cuando eran chiquitos, le contó a Diez, les mostraba reproducciones de obras de Salvador Dalí o les hacía escuchar la Quinta Sinfonía, de Gustav Mahler. Les insistió, hablando maravillas de ese “músico cósmico” que fue George Harrison o destacando las entradas estridentes de la batería de Ringo Starr, para que escucharan a los Fab Four: “Si a mis hijos les gustan Los Beatles, tarde o temprano van a poder entender toda la música que hice”, concluyó, en alguna de esas tantas conversaciones. Y tal vez sea una clave no sólo para sus hijos, sino para cualquiera que quiera acercarse a su vastísima obra.
En las páginas de Martropía –cuya llegada a nuevos lectores, dice Diez, le hace bien “dentro de lo doloroso”– convive el miedo infantil que Luis Alberto le tenía a los trenes que pasaban por el Bajo Belgrano con su admiración por Piazzolla y por Jimi Hendrix. Su preferencia por los instrumentos de cuerdas, el oboe y el bandoneón, con su pasión por los autos. Sus sueños adolescentes, cuando Almendra era un plan surrealista, con su madurez y con su idea de que, en una isla desierta, dos ruidos selváticos que conformen una escala de notas pueden hacer llorar a cualquier náufrago: “Sería tan milagroso como escuchar una obra de Bach”, definió.
¿Cuántas páginas tiene que tener un libro para ser un libro gordo? ¿Qué pasa si no son tantas, pero condensan la cosmovisión de alguien que miró con los cinco sentidos? Spinetta, que murió en febrero de 2012 y que dijo “siempre he intentado rasgar el alma”, sobrevive en sus discos pero también en el testimonio que hay en la obra de Diez, el Libro Gordo del Flaco.
[Fuente: www.revistaenie.clarin.com]
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