El chileno Pablo Neruda escribió este poema sobre los bombardeos de la capital española
durante la Guerra Civil. Es sencillamente impresionante, más aún acompañado de
estas imágenes del documental Canciones para después de una guerra (1971), de Basilio Martín Patino, que podéis ver aquí. Dejo el vídeo y la
transcripción más abajo. (Advertimos
que las imágenes del vídeo pueden herir la sensibilidad del espectador)
Madrid (1936)
Madrid sola y solemne, julio
te sorprendió con tu
alegría
de panal pobre: clara era tu
calle,
claro era tu sueño.
Un hipo negro
de generales, una ola
de sotanas rabiosas
rompió entre tus rodillas
sus cenagales aguas, sus ríos
de gargajo.
Con los ojos heridos todavía
de sueño,
con escopeta y piedras,
Madrid, recién herida,
te defendiste. Corrías
por las calles
dejando estelas de tu santa
sangre,
reuniendo y llamando con una
voz de océano,
con un rostro cambiado para
siempre
por la luz de la sangre, como
una vengadora
montaña, como una silbante
estrella de cuchillos.
Cuando en los tenebrosos
carteles, cuando en
las sacristías
de la traición entró tu espada
ardiendo,
no hubo sino silencio de
amanecer, no hubo
sino tu paso de banderas,
y una honorable gota de sangre
en tu sonrisa.
(Explico algunas cosas)
Preguntaréis: Y dónde están
las lilas?
Y la metafísica cubierta de
amapolas?
Y la lluvia que a menudo
golpeaba
sus palabras llenándolas
de agujeros y pájaros?
Os voy a contar todo lo que me
pasa.
Yo vivía en un barrio
de Madrid, con campanas,
con relojes, con árboles.
Desde allí se veía
el rostro seco de Castilla
como un océano de cuero.
Mi
casa era llamada
la casa de las flores, porque
por todas partes
estallaban geranios: era
una bella casa
con perros y chiquillos.
Raúl, te acuerdas?
Te acuerdas, Rafael?
Federico, te acuerdas
debajo de la tierra,
te acuerdas de mi casa con
balcones en donde
la luz de junio ahogaba flores
en tu boca?
Hermano,
hermano!
Todo
eran grandes voces, sal de
mercaderías,
aglomeraciones de pan
palpitante,
mercados de mi barrio de
Argüelles con su estatua
como un tintero pálido entre
las merluzas:
el aceite llegaba a las
cucharas,
un profundo latido
de pies y manos llenaba las
calles,
metros, litros, esencia
aguda de la vida,
pescados hacinados,
contextura de techos con el
sol frío en el cual
la flecha se fatiga,
delirante marfil fino de las
patatas,
tomates repetidos hasta el
mar.
Y una mañana todo estaba
ardiendo
y una mañana las
hogueras
salían de la tierra
devorando seres,
y desde entonces el fuego,
pólvora desde entonces,
y desde entonces sangre.
Bandidos con aviones y con
moros,
bandidos con sortijas y
duquesas,
bandidos con frailes negros
bendiciendo
venían por el cielo a matar
niños,
y por las calles la sangre de
los niños
corría simplemente, como
sangre de niños.
Chacales que el chacal
rechazaría,
piedras que el cardo seco
mordería escupiendo,
víboras que las víboras
odiarían!
Frente a vosotros he visto la
sangre
de España levantarse
para ahogaros en una sola ola
de orgullo y de cuchillos!
Generales
traidores:
mirar mi casa muerta,
mirad España rota:
pero de cada casa muerta sale
metal ardiendo
en vez de flores,
pero de cada hueco de España
sale España,
pero de cada niño muerto sale
un fusil con ojos,
pero de cada crimen nacen
balas
que os hallarán un día el
sitio
del corazón.
Preguntaréis por qué su poesía
no nos habla del sueño, de las
hojas,
de los grandes volcanes de su
país natal?
Venid a ver la sangre por las
calles,
venid a ver
la sangre por las calles,
venid a ver la sangre
por las calles!
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Contenido en España en
el corazón. Himno a las glorias del pueblo en guerra (1936-1937)
[Fuente: elcafedelhistoriador.blogspot.com]
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