quarta-feira, 21 de junho de 2017

Amaranto pisa fuerte en Río Cuarto

Río Cuarto, la segunda ciudad de la provincia de Córdoba, es un fuerte centro agroindustrial en la que la gastronomía no puede menos que vincularse con el campo. Y Amaranto es el restaurante que mejor expresa la ecuación tierra-cocina.
Amaranto - Alberdi 735 - Río Cuarto - Centro - Teléfono: 0358 465 3664 
Abierto solo por la noche. Principales tarjetas
Tipo de Cocina: Mediterránea
Lugar: Río Cuarto
Precio: $$$

Escrito por Juan Carlos Fola 

Según la Real Academia Española, rara avis es un ave diferente, pero también define a "la persona o cosa conceptuada como singular excepción de una regla cualquiera". 
Si de restaurantes hablamos, un ejemplo cercano sería Chila, porque su cocina es diferente (además de excepcional) y cuenta con un mecenas, Andrés Porcel, que ha decidido que primero importa la calidad y recién después está el negocio (que no quiere decir que haya perder plata, sino que una cosa es consecuencia de la otra).
Podés ganar un partido de fútbol haciendo un gol tempranero y luego colgarte del travesaño con los 11 jugadores durante casi una hora y media. Pero a quién no le gusta ganar, gustar y golear.

Y nos halaga que en el interior haya gente como Andrés, que hace honor a las cualidades del producto y a su inteligente y honesta exposición en el último escalón de la cadena alimentaria, que son la mesa y el plato.

No dejó de sorprendernos, hace unas semanas, el llamado de un chef amigo (Lucio Marini), quien nos trasladaba la invitación de su colega Guillermo Perotto Ghi, propietario del Restaurante Amaranto, de Río Cuarto, para viajar a esa ciudad cordobesa y conocer su propuesta gastronómica.

Quiso el destino que así, como si no fuera suficiente, pudiéramos participar de un menú realizado junto a Lucio Marini, con vinos de la Bodega Catena Zapata.

Y como al fin y al cabo uno es un viajero de la Pampa húmeda, tras tantos años de ejercicio del periodismo agropecuario, para allá rumbeamos. Valió la pena. No solo por lo que comimos y bebimos, sino también porque viajando se conoce gente y se acrecientan los conocimientos que nunca se terminan de absorber.

Guillermo Perotto es empresario vinculado a la sanidad, que claramente no vive de la gastronomía, aunque esta sea una pasión difícil de entender para quien nunca sintió que el bichito le picaba cuando entró por primera vez a una cocina profesional.

No solo es un mecenas en esta parte del país; también cocina en su restaurante junto a su souschefNelly Martínez Maya, donde la prioridad la tiene la calidad ante todo. Por caso, Guillermo nunca aceptó la generosa oferta de una bodega importante, por considerar que su vino más conocido distorsionó el mercado por ser "puro marketing". Y eso que ofrecían mucho.

Fuimos recibidos con un cochinillo como los de Segovia, fuera de la carta, pero que siempre está disponible en Amaranto, si se pide con anticipación. Una bienvenida que nos dio la pauta de que todo lo que nos habían contado era ciento por ciento verdadero.

De la carta en sí, hay que decir que es archisabido que en el interior se elaboran quesos y embutidos artesanales, de manera que empezar con la Tabla Amaranto constituye una decisión adecuada si la mesa es más o menos numerosa.

Pero hay platos para todos los gustos: mollejas en dos cocciones; camembert grillado; frittelle di mare; chipirones a la chapa con crema lionesa; pulpo español; pacú a la leña con pimentón de la Vera ahumado y salsa criolla.

Las pastas son otro capítulo relevante en Amaranto: sorrentinos de salmón ahumado con crema de langostinos; tagliatelle negros con frutos de mar; malfatti de ricota y espinaca; ravioles de verdura y pollo.
Y a la hora de las carnes, entrecot a las brasas con guarnición; bife de chorizo Amaranto relleno de panceta, pimientos asados, provolone y guarnición del día; picaña jugosa; entraña a la leña macerada y trenzada con papas rejilla; bondiola al Oporto con puré de manzanas, entre otras opciones.

Hay platos para celíacos, como milanesa a la napolitana y hasta algunas pastas especiales.
Para el final, optamos por los helados artesanales aunque los más golosos tienen lo suyo: volcán de chocolate, marquise de frutos rojos y bavaroise de lima, entre otros.

Ya quedó dicho que la carta de vinos está elegida en función de lo que le conviene al cliente y no al restaurante. Y que además hay una barra con buenos tragos para comenzar. Probamos un Negroni, como debe ser.

Valió la pena, ya lo dijimos. Y aunque fuimos en avión, que ahora hay vuelos directos de AA, hubiéramos ido en micro con mucho placer. Río Cuarto, volveremos.

[Fuente: www.fondodeolla.com]

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