La UR acoge este curso a 34 alumnos internacionales en su grado de Enología y en el máster de Viticultura
Los futuros expertos llegan interesados por el prestigio de la DOC y por la oferta formativa del campus riojano
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| Pablo, Xu, Harold, Helen e Ilze brindan con un crianza de Rioja en la Laurel. |
Escrito por PILAR HIDALGO
¿Qué tienen en común una letona, un argentino, una pareja de venezolanos y una china que estudian en la Universidad de La Rioja? Sin duda, su pasión por el vino. La UR acoge este curso a 22 estudiantes internacionales (12 de ellos de Erasmus) en el grado de Enología y a otros 12 en su máster de Viticultura, Enología y Dirección de Empresas Vitivinícolas y en un curso asociado. Estos alumnos, en la mayoría de los casos, se han hecho miles de kilómetros para conocer una cultura y unas técnicas de elaboración mayormente desconocidas en sus países de origen.
Xu ZhiYing cursa el segundo año del grado de Enología. Es china y llegó a Logroño atraída por el exotismo del Rioja. Los caldos franceses copan el mercado del gigante asiático. Y ella, amante de lo diferente, apostó por formarse en Rioja, ya que «quería encontrar cosas más interesantes». Su país también lo está descubriendo, donde valoran «la buena relación calidad-precio» de nuestros vinos.
Para Helen Mendes, venezolana, «abrir una copa de Rioja es oler a España». Y le apasiona su aroma. Su esposo, Harold Martín-Caro, es desciende de emigrantes españoles. La gastronomía y la cultura vitivinícola de la madre patria no les resultaba extraña a la pareja. «En los años 50 Venezuela requería obra de mano cualificada y acudieron muchas personas de España. Primero se establecieron ellos y luego llegaron sus vinos, el primero de los cuales fue el Rioja», contextualiza.
Al tratarse de una nación con ricas reservas de petróleo, en la Venezuela anterior a la actual crisis de alimentos existía una amplia oferta vinícola que suplía su raquítica capacidad productora. Al situarse en el trópico, allí solo existe una bodega, pero se vendían caldos de todo el mundo. Así que la gente valoraba el vino y Helen y Harold se formaron para sumiller. Tras ese inicio, se plantearon dar un paso más y cruzar el charco para estudiar el máster en Viticultura de la UR.
Lo iniciaron el pasado noviembre y están felices, no solo en el plano académico, sino también en el personal. «Hemos pasado de vivir en Caracas, la capital más peligrosa del mundo, a residir en una ciudad tranquila como Logroño», declara ella. «Esto ha supuesto un respiro y oxígeno para nuestra vida». Consideraron otras opciones como Vitoria, Valencia o Madrid, donde también podían cursar estudios de este tipo; pero se decantaron por la capital riojana y la UR, por «su programa académico, por la fama de la DOC Rioja y por el coste de la vida en Logroño, que nos permitía tirar con nuestros ahorros», reconocen.
Profundizar en la materia
Pablo Arduino se mudó a su vez el pasado noviembre desde Argentina atraído por el «prestigio» de los vinos de Rioja y la buena atención que le dispensaron en la UR cuando se interesó por el mismo máster que Helen y Harold. Él está licenciado en Bromatología (la ciencia que estudia la composición de los alimentos, el proceso de fabricación y de almacenamiento). «Di también Enología, pero como una materia más», explica.
Ahora quiere profundizar en este campo, pero desde la vertiente de «la comercialización en otros mercados fuera de Europa, los controles analíticos y la reglamentación». Señala que, si bien por su interés por la vinicultura el Rioja se le hacía familiar, el vino de esta denominación no acapara estanterías en su Argentina natal. «Los que más se consumen allí son los argentinos, los chilenos y los uruguayos», precisa. Esos se encuentran con facilidad en los supermercados. En cambio, para probar los caldos franceses, italianos o españoles hay que entrar en «vinotecas selectas». En su opinión, para que nuestra DOC lograra una mayor implantación en el Cono Sur debería «reforzar un aparato de marketing y difusión» y «abrirse a nuevas exigencias del mercado».
Cuando Ilze Zigele arribó a La Rioja hace nueve años «en Letonia tomar vino era una cosa muy rara y circunscrita a los artistas o a las personas adineradas». Con casi una década en Logroño a sus espaldas, ha iniciado el máster de la UR para formarse en vino, con la idea de regresar a corto-medio plazo a su país y «compartir esos conocimientos con los profesionales y los consumidores».
En un primer momento, Ilze vino a La Rioja siguiendo su pasión por la cultura española en general. Y durante su estancia ha despertado en ella un interés por la vitivinicultura, al igual que el que está floreciendo en su lugar de origen. «Allí resulta caro, pero hay mucha oferta y la gente no sabe por dónde empezar». Por eso, quiere prepararse para orientar a sus compatriotas. «El consumidor tiene que saber qué beber porque de lo contrario, lo mismo pruebas un vino muy ácido y ya solo por eso piensas que no te gusta el vino», argumenta la joven.
Afirma que Rioja «es una referencia» para los importadores y para los amantes del vino de Letonia, dentro de los caldos españoles. Sin embargo, los de otros países le llevan la delantera, caso de los vinos franceses e italianos. «Tienen más presencia porque llevan muchos años exportando, en cambio la marca España antes no se promocionaba», indica.
[Foto: Justo Rodríguez - fuente: www.lomejordelvinoderioja.com]

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