La pequeña ciudad de Colonia es una joya histórica, patrimonio
de la humanidad. De callejuelas adoquinadas y la arquitectura
desmoronada data del siglo XVII (18).
Por Jonathan Gilbert
Pero este imán para los turistas, es un corto viaje en barco desde
Buenos Aires, también tiene un pasado judío rico y poco conocido.
Colonia cambió de manos entre la corona portuguesa y la corona
española, por lo menos siete veces antes de que eventualmente se
convirtió en una parte de Uruguay en 1830, el año en que el país del
Cono Sur –hoy es el hogar de alrededor de 25.000 judios– logró la
independencia al desligarse de Brasil (colonial). JOSÉ GERVASIO ARTIGAS
ARNAL (descendiente de judios conversos españoles; ARTIGAS TIENE QUE VER
CON EL ARADO DE LA TIERRA Y ARNAL ESTÁ VINCULADO CON EL ÁGUILA), EL FUE
QUIEN LLEVÓ AL PUEBLO ORIENTAL / URUGUAYO AL NORTE, INSPIRADO EN EL
LIBRO DE ÉXODO, ASI COMO MOISÉS SACÓ A LOS JUDÍOS DE EGIPTO.
Esa historia colonial ha sido maravillosamente preservada. Los
turistas brasileños posan para fotos de puertas de la ciudad vieja, a
pocos cientos de metros desde el estuario del río de la plata marrón
oscuro.
Pocos, sin embargo, habrán notado la marca de una mezuzá antigua en
una de las jambas de la calle. Y en el hotel Plaza Mayor, las ruinas de
piedra desconcertantes debajo de una escalera, son en realidad los
restos de una mikve.
Los historiadores creen la mikve data de 1722 y reclaman que el
contorno del otro puede ser visto entre los restos de la casa del
gobernador.
“La presencia judía fue abrumadora,” dice Alberto Pintos Lareo, guía turístico en Colonia.
Los judíos que huían de la inquisición portuguesa llegaron a Colonia
desde el sur de Portugal, así como los archipiélagos de Madeira y
Azores. Los sefardíes-holandeses que se habían movido a Brasil, donde trabajaron como comerciantes que controlaron el comercio entre el
Nuevo Mundo y Europa, también lo hicieron de igual modo en Colonia.
Y entre la pequeña flota que sale a la Colonia encontrada en 1680,
había un barco apodado “el Barco de los Judíos “, dijo el Sr. Larea.
En los mediados del siglo XVIII, los sefardíes en Colonia
lograron el flujo de diamantes brasileños fuera del puerto de la ciudad.
El Sr. Larea estima que alrededor de una cuarta parte de los 4.000
habitantes de Colonia eran judíos durante este periodo.
La mayoría de los sefardíes, sin embargo, eran nuevos cristianos que
se habían convertido durante la Inquisición española y la portuguesa, o
los llamados también “cripto-judíos”, que practicaban en secreto. En
consecuencia, el futuro del judaísmo en la Colonia siempre fue precario.
Pero mientras no hay judíos prácticantes/observantes entre
la población coloniense de hoy, hay apellidos de sefardíes, como Abreu y
Da Fonseca, los cuales son todavía algo común.
Ahora, los soportes de edificio abandonado son un vestigio solo del pasado judío de la ciudad.
[Fuente: www.diariojudio.com]
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