El viento me contó cosas que siempre llevo conmigo
me dijo que recordaba un barrilete y tres niños
que el sauce estaba muy débil, que en realidad él no quiso
que fue uno de esos días en que todo es un estropicio
Me dijo que los pichones a veces de apresurados caen al suelo indefensos
y él no consigue evitarlo
Me habló de arenas de agosto, de carta de enamorados
del humo de las chimeneas, del fuego abrazando un árbol
Iba cargado de culpas y seguía confesando
en su lomo de distancias no cabalgaba ni un pájaro
Era un fantasma ese viento, un alma en penando
y en ese telar de angustias, tejió sus babas el diablo.
El viento me confió cosas que siempre llevo conmigo
Me dijo que recordaba que en realidad él no quiso
a veces de apresurados un barrilete y tres niños
me habló de arenas al cielo y chimeneas al piso
de cartas de enamorados, que todo es un estropicio
Era un fantasma ese viento, tejió sus babas el diablo
Iba quebrado de culpas y no consigue evitarlo
en ese telar de angustias el fuego abrazando el árbol
el sauce estaba muy débil y seguía confesando
Le pregunté por las chapas del techo de los de abajo
dijo: dijo el hombre ha de luchar para conseguir los clavos
en vez de hincarse al rezar para olvidar su quebrantos
o de sentarse a esperar regalos eleccionarios.
Me sorprendió la respuesta
pero no quise atajarlo
pues cuando lleva razón
vaya, vaya quien quiere pararlo.
Letra de Roberto Yacomuzzi (Quemú Quemú, La Pampa )
Música de Juan Falú (Tucumán)
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