París. En la famosa Rue du Dragon. Son dos los espacios, a uno y otro lado de la calle, casi enfrente.
La mítica, y ahora renacida, Cahiers d'Art (sin cursiva, pues no sólo fue/es una revista: http://bit.ly/11VHYiP). Hace unos meses, el corresponsal de El País Miguel Mora se lo contaba a los lectores españoles a toda página (http://bit.ly/14FnAao). Aunque ya antes se habían hecho eco las publicaciones del sector (me refiero al arte moderno y contemporáneo): "¿de qué tipo de operación se trata?", leí en una de ellas, aunque inglesa.
Las notas más críticas insinuaban que parecía más un ejercicio de nostalgia que un verdadero rescate intelectual. Pensé en ello cuando visité la primera exposición (el espacio impoluto pero el montaje "muy" años 30) de esta nueva etapa: Alexander Calder. Un "clásico", nada que objetar, todo gustosamente retro (espero que se me entienda). A su lado, al lado de sus esculturas, aunque peor dispuestas, según mi parecer, las fotografías del gran diseñador Herbert Matter.
Ojalá sirva Calder como "gancho" para acercarse a su trabajo, para conocerlo un poco: nacido en Suiza, alumno de Léger y de Ozenfant, colaborador de Cassandre (también de Le Corbusier), Matter dejó en París trabajos magníficos (muchos de ellos sin firmar, pero muy reconocibles), ayudó a mejorar el grafismo suizo de los treinta y, ya en Estados Unidos, fue uno de los nombres clave en la etapa dorada de medios como Harper's Bazaar o Vogue. Fue un grafista extraordinario, uno de los mejores de todos los tiempos, pero también un excelente fotógrafo. Creo que hay pocos trabajos más sutiles que aquellos que firmó para los Eames.
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