Esos periodistas, o no te entendieron, o te repudian, es lo que me comentó la traductora austriaca Erna Pfeiffer del Instituto Romanístico de la Universidad de Graz, que estuvo en el evento y que vino de visita a Ecuador, justamente para captar nuestra geografía y nuestras vivencias culturales para traducir a la lengua alemana, respaldándose en textos de nuestra literatura tungurahuense. Recurro a su brillante conferencia disertada en la Carrera de Idiomas de la UTA, realizada hace un par de semanas: “La traducción transcultural no puede mantener su estado de “virginidad”, su impoluta pureza, su candor, su ingenuidad, su inocencia política ni su indeterminismo social y económico. No puede legítimamente decir que ‘no sabía’, que es del todo ‘neutral’, que se ubica en una misteriosa ‘tierra de nadie’ o de todos. Es poco menos que imposible. Las más de las veces tiene que tomar partido, quitar (se) las máscaras…¿De qué parte estás al traducir?, ¿qué punto de vista interpretas?...Esto mismo se puede aplicar a quienes redactan las noticias o hacen sus notas periodísticas, puesto que son los traductores intraculturales desde el punto de partida de los hechos a sus resúmenes, de lo que supuestamente captan en los eventos, si es que son narradores testigos. Esto es más triste cuando reciben la información de tercera fuente. Volviendo a la autora, nos dice: “El idioma es traicionero y los traductores somos, como todo el mundo sabe o cree saber, traidores: traduttore – traditore…” Si han leído la misma noticia en los dos periódicos que tiene la ciudad de Ambato, al referirse al bicentenario de Pedro Fermín Cevallos, un periódico dice: “Pedro Reino, cronista oficial de Ambato, dio a conocer UN POCO de la historia del reconocido ambateño (lo resaltado es mío)…” Luego, en un epígrafe entrecomillado, se me hace decir lo que no dije, a más del gazapo en el que incurren cuando escriben “al cumplirse 200 años de su muerte…”. El otro periódico señala: “Pedro Reino, en su elocuente reseña histórica del personaje, recordó el pensamiento, la obra y los logros trascendentales de aquella la época que lo acogió”. ¿A quién cree el lector? El problema no está en lo poco o mucho que se hable o que se diga, sino en la intencionalidad minimizante o en la falta de capacidad de síntesis del redactor, que para el presente comentario, resulta un “traductor” de contenidos ideológicos. Erna Pfeiffer cree que hay “una cierta facultad transcultural del traductor, competencia esencial para que el experimento de la traslatio resulte exitoso; el mediador cultural debe poseer una disponibilidad radical de abrirse a otras experiencias, sea que conociera desde dentro, por propia experiencia, a la cultura que traduce, sea que contraiga un compromiso ético de informarse en la medida de lo posible, cueste lo que cueste, acerca del sistema cultural de origen y que le tenga un respeto incondicional a sus valores y medios de expresarse”. Y esto, creo que es muy necesario e ilustrador para el oficio del periodismo. De mi parte, respeto lo mucho que debe saber del personaje, a más de las reseñas familiares evidenciadas en el referido acto, y que me parecieron que no venían al caso.
Por Pedro Reino
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Isac Nunes da Luz Cordeiro *** Tradutor Público e Intérprete do Comércio *** Idiomas: francês, espanhol, catalão e galego *** Matriculado na Junta Comercial do Estado do Paraná *** Curitiba *** República Federativa do Brasil
quinta-feira, 9 de agosto de 2012
Entre la prensa y los traductores. 2012
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