quinta-feira, 12 de janeiro de 2012

LA CIUDAD DE LAS COLUMNAS

La Habana 
por Manuel Gutiérrez Aragón

Para Alejo Carpentier, La Habana era la ciudad de las columnas. Sus calles y sus hermosas avenidas que dan al mar aun están festoneadas de columnas y pilastras que sostienen una Habana tambaleante, como si estuviera a punto de ceder de un momento a otro y convertir en polvo esa combinación de antiguo lujo y pobreza revolucionaria. Tanta belleza rota, tan áspero esplendor, tanta historia. Nicolás Guillén describió la isla como “un largo lagarto verde, con ojos de piedra y agua.”  La piel del lagarto se estira desde Pinar del Río a Baracoa, pero el descentrado ojo de Cuba está en La Habana. 

Esa mirada habanera se ha posado este mes sobre la amplia selección de películas que se han proyectado en el 33 Festival del Nuevo Cine Latinoamericano. Un festival no solo se juzga por su calidad, sino también por su continuidad, ese es uno de sus valores fundamentales. Cineastas de todos los países, pero principalmente iberoamericanos, siguen acudiendo desde hace años a un certamen en el que se exhibe lo mejor de la temporada. Y, sobre todo, el público cubano puede contemplar unas películas que raramente llegan a sus salas. Siempre me han impresionado las largas colas, de horas de espera, que se forman a la puerta de los cines. En el  mundo cubano, cortacircuitado por la censura y la represión, el cine es una ventana a la libertad. En el interior de las salas habaneras, con los acondicionadores puestos a una temperatura de frigorífico, el aire es más libre que afuera. 

33 Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano

La actividad artística no solo se practica, no solo es una profesión, también se vive en ella, aparte de proporcionar sustento. Eso en Cuba, en esta Habana rota y mutilada, se ve más que en otras partes. Es admirable que un país de estas dimensiones, con una población de poco más de once millones, haya sido capaz de producir a lo largo de la historia  un arte tan internacional. La música cubana ha alimentado la ancha corriente popular de muchos países. Lo mismo se puede decir de su literatura o de su cine. La creatividad cubana es impresionante. 

El cine cubano ha sido referencial en Latinoamérica, quizá porque ha sabido ser crítico y comprometido a la vez. Los nombres de Gutiérrez Alea, o del documentalista de Santiago Álvarez, son inolvidables. También los de exiliados ilustres, como el director de fotografía Néstor Almendros, o el mismísimo Cabrera Infante, tan vinculado al cine. Hoy en día, Juan Carlos Tabío o Fernando Pérez son sus dignos continuadores. Hay una Habana fílmica como hay un Nueva York o un París fílmico, con sus reglas narrativas y con sus recursos expresivos recurrentes, (como, por ejemplo, en el cine el cruce de un río africano cuenta siempre con la presencia de amenazantes cocodrilos).

A la salida de las proyecciones del festival los espectadores se dispersan por la tibia noche de diciembre. En la multitudinaria y bulliciosa La  Rampa, la gente hace cola ante la heladería Copelia, referente inolvidable en Fresa y Chocolate. A la salida del cine Payret, en el Parque Central, se prefiere el Floridita – los que pueden-, o un paseo por la calle Obispo, o por el Prado, en busca de las frescuras del Malecón – otra de las inevitables presencias fílmicas.

Salida del cine en La Habana

Hay una ciudad secreta en tugurios de La Habana vieja, con aspecto de haber sufrido un bombardeo. También en casitas repintadas y coquetas, allá por los barrios de Playa y Jaimanitas. Un susurro de aviso recorre los grupos de jóvenes locales y de turistas arriesgados. Se citan previamente en determinados puntos que cambian cada noche, y desde un cruce de carreteras, o desde una acera oscura, son conducidos a otro lugar. Después del ocaso la ciudad resucita en la marginalidad y el desafío.

De la misma manera, existe hoy un cine cubano verdaderamente underground, ácido y divertido. Producido al margen de los cauces y financiamientos oficiales cuenta al menos con la curiosidad y el deseo del espectador. Algunas de esas producciones han tenido cabida en el ámbito del festival, en secciones paralelas. Esperemos que la Cuba oficial y la real, la de la isla interior y la de las islas del exilio, se puedan reencontrar. No podemos por menos que recordar el proyecto del escritor y cineasta Jesús Díaz, la Revista Encuentros de la Cultura Cubana, que intentaba precisamente eso, superar el abismo político por la vía de la cultura común. Desaparecida en papel, hoy se puede leer igualmente en www.cubaencuentro.com.


[Fuente: www.clubcultura.com]

Sem comentários:

Enviar um comentário